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Embajadas extranjeras

37 años de Michel Rolland en Argentina: una historia de excelencia enológica

Del terruño de Burdeos a los viñedos argentinos, la historia de un visionario que, con cada barrica y cada copa, redefinió a la identidad del vino argentino

El reconocido enólogo francés Michel Rolland celebró recientemente sus 37 años de trayectoria en Argentina con un evento, y por primera vez, en la Embajada de Francia en Buenos Aires. La ceremonia contó con la presencia de destacadas personalidades del mundo vitivinícola y amigos que se reunieron para homenajear su invaluable contribución al desarrollo de la industria del vino en el país.

Nacido en una familia viticultora en Libourne, Francia, Rolland se formó en la Escuela de Viticultura y Enología de La Tour Blanche y en la Facultad de Enología de la Universidad de Burdeos. Su pasión y dedicación lo llevaron a convertirse en uno de los enólogos más influyentes a nivel mundial. En 1988, inició su relación con Argentina, país en el que encontró un terreno fértil para aplicar su conocimiento y experiencia, contribuyendo significativamente al posicionamiento internacional de los vinos argentinos.

Uno de sus proyectos más destacados en el país es “Clos de los Siete”, una iniciativa que reúne a prestigiosas familias propietarias de famosos châteaux en Francia. Este emprendimiento ha logrado reconocimiento en mercados exigentes como el japonés, donde los consumidores valoran la calidad y trayectoria de los vinos de Burdeos, Borgoña y Champagne. Gracias a la reputación de Rolland, “Clos de los Siete” ha ganado un lugar privilegiado en la alta gastronomía y hoteles de lujo en Japón. 

Durante la celebración en la Embajada de Francia, se destacó la profunda amistad y colaboración entre Argentina y Francia en el ámbito vitivinícola, simbolizada en la figura de Rolland. Su compromiso con la excelencia y su visión innovadora continúan inspirando a nuevas generaciones de enólogos y fortaleciendo los lazos culturales y profesionales entre ambos países.

Desde su primer viaje al país, el famoso enólogo Michel Rolland intuyó el potencial del Malbec argentino. Más de tres décadas después, la reputación de estos vinos monovarietales para exportación le ha dado la razón. Los argentinos de hoy le agradecen por haber contribuido a poner a su país en el mapa vitivinícola mundial.

Michel Rolland  no se cansa de contar sus primeros pasos en suelo “gaucho”, en 1988. “Cuando aterricé en Argentina, todavía tenía edad para enamorarme de una región. Esto sucedió inmediatamente. “Encontré allí gente encantadora y una tierra vitivinícola con un potencial enorme donde todo estaba por hacer

En 1988, Dany y Michel Rolland, contratados como consultores por una de las familias más antiguas del Valle Calchaquí, descubrieron Cafayate, un verdadero paraíso de la vitivinicultura del noroeste argentino.

Estos enólogos franceses estaban convencidos de que en este contexto montañoso de la precordillera andina se podían producir vinos únicos y excepcionales.

Tras los primeros pasos en Cafayate, y durante los diez años siguientes, un puñado de consultas enológicas en Argentina, dieron lugar al proyecto “Clos de los Siete”, en el sur de Mendoza, del que Mariflor es una de las parcelas – este lugar está muy cerca de los pequeños viñedos de viejos Malbec de “Val de Flores”.

Este país nos llamó, nos recibió, nos respetó, nos escuchó, nos sensibiliza y, de norte a sur, de Cafayate a Neuquén, a lo largo de esta fantástica columna vertebral que son los Andes, nos hizo descubrir las verdaderas expresiones del malbec y de tantas otras variedades de uva, en la diversidad, la originalidad que cada región aporta gracias a sus especificidades de suelo, clima, altura, latitud.

Gustavo Paolucci, actual director comercial, estuvo presente en el inicio de esta aventura. “El Clos de los 7 superó las expectativas de Michel ”, explica. Pensó que los vinos se conservarían bien durante ocho o diez años y la experiencia nos ha demostrado que son muy buenos incluso durante más tiempo ” 

En tanto Ramiro Barrios, Gerente General de Clos de los Siete, expresa “Aquí su reputación va más allá de los amantes del vino. La gente conoce su historia y conoce la cruzada que lideró a favor del Malbec, que hoy es conocida en todo el mundo“.

El Malbec claramente tenía mayor potencial que los demás. Pero los argentinos los estaban arrancando porque eran viñedos viejos y menos productivos. En las décadas de 1980 y 1990, las variedades de uva que no producían entre 12.000 y 20.000 kilos de uva por hectárea se consideraban no rentables. Les dije: ‘¡Por favor, quédense con sus Malbec!’ Esa era la carta que tenía que jugar Argentina”. De 50.000 hectáreas en 1970, el Malbec argentino pasó a 9.000 en la década de 1990. Hoy, esta uva originaria de Cahors ocupa el 41,5% de la superficie de uva tinta del país, con 47.000 hectáreas.

El Malbec argentino, mucho más joven que el de Cahors, tiene un color violáceo que se reconoce al instante. La altura de viñedos andinos, como el Clos de los Siete (ubicado a más de 1000 metros sobre el nivel del mar), suaviza sus taninos, conservando las características originales. Orgulloso de haber hecho de esta variedad de uva el epítome del vino argentino, Michel Rolland, de 77 años, continúa apoyando proyectos vitivinícolas en más de veinte países alrededor del mundo. Argentina sigue siendo uno de los destinos favoritos de este hombre de la tierra, siempre con un pie en el aire. Él va allí cuatro veces al año, en comparación con “sólo” tres viajes a Estados Unidos. El enólogo también ha plantado otras variedades de uva: Cabernet Sauvignon, Pinot y Merlot, que, como él, procede de  Pomerol. “Hay algunos muy buenos, pero la variedad emblemática sigue siendo el Malbec“.

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