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Embajadas extranjeras

Arabia Saudita, Libertad de Expresión garantizada por la ley

Ningún árabe es superior a un no árabe, ni persona de piel oscura es superior a otra de piel blanca, salvo en la piedad

Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión; esto lo expresa el Art. 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Ahora bien, el hecho de que uno pueda decir lo que quiera, no significa que pueda hacerlo sin que haya consecuencias.
Sabido es que el derecho a la libre expresión es uno de los más fundamentales, ya que es esencial en la lucha por el respeto de todos los derechos humanos.
Por estas mismas razones, el derecho a la libre expresión es uno de los más amenazados, tanto por aquellos que quieren impedir ciertos cambios, como por personas individuales que quieren imponer su ideología o valores personales, por encima de otros, aún callándolos.
La libertad de expresión nos corresponde a todos. Respetar la libertad de los demás a expresarse, está bien, siempre que no cause un daño serio a nadie al hacerlo.
Esto es lo que -desde Occidente- tanto se cuestiona en Arabia Saudita, pero muchas veces faltando a la verdad. A menudo vemos reflejado en la prensa, la arbitraria detención de personas y/o periodistas, encarcelados por “supuestamente” ejercer su libertad de expresión. La verdad es que no siempre la prensa se toma el trabajo de investigar y brindar la posibilidad de escuchar las dos campanas.
En Arabia Saudita hay personas procesadas, es verdad, pero por ejemplo, no todos saben que varias de ellas esperan el juicio en libertad, como: Aziza Al-Youssef, Iman Al-Nafjan, Amal Al-Harbi, Hatun Al-Fassi, Shadan Al-Anzali, Abeer Al-Malaki y otras que están sujetas a la etapa procesal (Al-Jain Al-Hathloul, Maya Al-Zahrani, Nouf Al-Jaraiwiyah, Samar Badawi y Lassima Al-Sada), siempre con las garantías de un juicio justo.


Todo esto está fundamentado en La Constitución del Reino de Arabia Saudita que, como se sabe, es el Libro Divino y la Sunna del Profeta. La Ley del Reino dice lo siguiente: “El Reino de Arabia Saudita es un Estado árabe islámico plenamente soberano cuya religión es el Islam y cuya Constitución es el Libro Divino y la Sunna del Profeta” (art. 1); “La autoridad gubernamental en el Reino de Arabia Saudita se deriva del Libro del Todopoderoso y de la Sunna del Profeta” (art. 7); “El sistema de gobierno del Reino de Arabia Saudita se funda en la justicia, la consulta y la igualdad, de conformidad con la Ley cherámica” (art. 8). Con respecto a la protección de los Derechos Humanos en general, incluida la prohibición de todas las formas de discriminación racial, el artículo 26 de la Ley fundamental expresa lo siguiente: “El Estado protegerá los Derechos Humanos de conformidad con la Ley cherámica”. El artículo 47 reconoce el principio de la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos y demás residentes en el territorio del Reino, estipulando que: “Los ciudadanos y residentes del Reino tienen igual derecho a la tutela judicial efectiva, y los procedimientos para ejercerlo serán los prescritos por la Ley”. Con arreglo a la normativa vigente, el recurso a los tribunales y los órganos judiciales es gratuito. El poder judicial es independiente, según se establece en el artículo 46 de la Ley: “El poder judicial será una autoridad independiente y al administrar justicia los magistrados no estarán sujetos a ninguna autoridad que no sea la Ley cherámica”. El Santo Corán y la Sunna del Profeta contienen muchas disposiciones que prohíben todas las formas de discriminación por motivos de raza, color, etc. Ningún árabe es superior a un no árabe, ni persona de piel oscura es superior a otra de piel blanca, salvo en la piedad.
Lo antes descrito refleja claramente que las leyes sauditas no solo garantizan la libertad de opinión y expresión -siempre y cuando no atente contra el orden público-, sino además, es totalmente congruente con las normas internacionales de los Derechos Humanos.
La Declaración Universal de Derechos Humanos proclama que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y que toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esa Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición, además de que todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica, que todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley, y que todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esa declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
Está más que claro, en Arabia Saudita, todos los seres humanos tienen derechos, pero también obligaciones, y es acá donde muchas veces se cometen excesos amparados ante la presunta libertad de expresión, participando en diversas actividades que tienen el objetivo de provocar discordias y nada tienen que ver con las prácticas pacíficas legítimas y legalmente garantizas.
Las personas detenidas en dicho país hacen uso de sus derechos garantizados por la ley, ya sea a ser asistidas por un abogado para su defensa, tienen cooperación médica en forma regular de conformidad con la normativa aplicable, visitas y comunicación. Asimismo, la Asamblea Nacional de Derechos Humanos (una organización civil), realizan visitas periódicas a las cárceles, verificando la veracidad, en caso de haber denuncias y accionando al respecto. Tanto este organismo, como el Ministerio Público y la Comisión de Derechos Humanos disponen de oficinas en las mismas cárceles, para monitorear de cerca la situación de los presos. Estamos hablando de las personas que llegaron a cometer algún delito y que el mismo se haya demostrado fehacientemente. Vale aclarar que las manifestaciones pacíficas, -siempre y cuando no comprometan la seguridad nacional, el orden público o afecten la moral pública y los derechos y libertades de las demás personas- no sólo no están prohibidas, sino más bien, están garantizadas por las leyes del Reino.


Cabe destacar que el Reino siempre ha dado el consentimiento a los demás países, organismos y organizaciones de los Derechos Humanos, con el fin de intercambiar experiencias que resulten beneficiosas para las personas.
Todo ello dentro del programa Visión 2030, que tiene como iniciativa buscar el desarrollo y la modernización de las estructuras sociales de la nación, de cara a la evolución y el progreso del país en un contexto cada vez más globalizado.
Sabido es que “llegarán más reformas” de cara a mejorar las condiciones sociales y de convivencia de la ciudadanía saudí bajo “el liderazgo” de Su Majestad el rey, Salman bin Abdulaziz y de Su Alteza Real el príncipe heredero, Mohamed bin Salman.

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