China elimina visa para cinco países sudamericanos y refuerza su acercamiento a la región
A partir del 1 de junio, el país asiático permitirá la entrada sin visado por 30 días, en una apuesta por reactivar el turismo y fortalecer vínculos con América Latina
A partir del 1 de junio de 2025, los ciudadanos de Argentina, Brasil, Uruguay, Chile y Perú podrán ingresar a China sin necesidad de visa para estancias de hasta 30 días por turismo, negocios, visitas familiares, intercambios culturales o tránsito, según lo anunció este jueves Lin Jian, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores del gigante asiático. La medida, que estará vigente —al menos en principio— hasta el 31 de mayo de 2026, tiene como objetivo “facilitar los intercambios entre pueblos y fomentar la cooperación amistosa”, según expresó el funcionario.
Este cambio en la política migratoria se enmarca dentro de una serie de iniciativas impulsadas por Beijing desde 2023, orientadas a reactivar el turismo internacional y fortalecer la diplomacia pública tras el impacto global de la pandemia de COVID-19. Entre estas acciones, se incluyen la ampliación del régimen sin visa para países como España, así como la firma de acuerdos bilaterales con más de veinte naciones de distintos continentes.
La decisión de incluir a cinco países latinoamericanos no solo simplifica los viajes de negocios, turismo y visitas académicas o culturales, sino que también es vista como un gesto diplomático que refuerza la voluntad de China de estrechar lazos con América Latina. El vínculo entre ambas regiones se ha intensificado en las últimas dos décadas, especialmente en los campos del comercio, la inversión y la cooperación tecnológica.
Para Argentina y sus vecinos sudamericanos, esta flexibilización representa una oportunidad significativa: facilita la presencia de ciudadanos y empresas en un mercado estratégico y promueve una mayor integración en espacios multilaterales donde China tiene creciente protagonismo.
En un escenario internacional en constante transformación, la decisión de Beijing puede ser leída como parte de una política exterior más abierta, que busca consolidar la influencia del país en regiones clave del mundo en desarrollo. La apertura hacia Sudamérica, en este sentido, trasciende el plano turístico: es una invitación a profundizar los vínculos culturales, económicos y políticos entre dos regiones que, aunque distantes geográficamente, comparten cada vez más intereses comunes.