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Cultura

Fez, la joya viva del mundo árabe-islámico en Marruecos

Entre aromas de especias y ecos de oración, la Medina de Fez resguarda más de mil años de historia, donde el arte, la fe y la tradición siguen latiendo al ritmo del pasado

En el corazón del norte de Marruecos, allí donde la historia aún respira entre callejones estrechos y aromas milenarios, se encuentra la Medina de Fez, una joya del mundo árabe-islámico y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1981. Considerada no solo una de las medinas más grandes del mundo, sino también una de las mejor conservadas, este enclave urbano es mucho más que un atractivo turístico: es un viaje sensorial y espiritual al pasado, una ciudad dentro de la ciudad donde el tiempo parece haberse detenido.

Un laberinto lleno de vida

Fundada en el siglo IX, la Medina de Fez —también conocida como Fez el-Bali— se extiende sobre más de 300 hectáreas y alberga más de 9.000 callejuelas. Aquí, perderse es parte de la experiencia: cada curva del camino revela un nuevo secreto, un zoco escondido, una fuente centenaria, un minarete que asoma sobre los tejados terracota, o la entrada discreta de un riad ornamentado con mosaicos y caligrafías árabes.

Lejos del orden racional de las ciudades modernas, la Medina funciona como un organismo vivo, con su propio pulso. Las mulas sustituyen a los vehículos, los comerciantes saludan a cada visitante como a un vecino, y el llamado a la oración de las mezquitas teje el ritmo del día.

Tradición que resiste al tiempo

Uno de los tesoros más impactantes de la medina es su vibrante red de talleres artesanales, donde técnicas ancestrales siguen vivas. En sus zocos, los artesanos bordan seda a mano, tallan madera de cedro, moldean cobre al calor del fuego y tiñen cuero en las legendarias curtidurías de Chouara, donde la escena de los tintes naturales dispuestos en tinas de piedra parece salida de una pintura medieval.

El oficio artesanal en Fez no es solo una actividad económica, sino un legado familiar que se transmite de generación en generación, símbolo de identidad y orgullo local.

Santuarios del saber y la fe

La Medina también alberga uno de los grandes emblemas del conocimiento del mundo islámico: la Universidad de Al Quaraouiyine, fundada en el año 859, considerada por la UNESCO y el Libro Guinness de los Récords como la universidad más antigua del mundo en funcionamiento continuo. Su biblioteca, restaurada recientemente, conserva manuscritos que datan del siglo IX.

Además, la espiritualidad impregna cada rincón. Más de 300 mezquitas y madrazas salpican el paisaje urbano, incluyendo la imponente Mezquita Al-Andalus y la elegante Madraza Bou Inania, que deslumbra con su decoración de mármol, estuco y madera tallada.

Un puente entre culturas

Fez es un punto de encuentro entre África, el mundo árabe y la herencia andalusí. Su medina refleja siglos de intercambio cultural, desde la llegada de los refugiados de Córdoba y Granada, hasta la influencia francesa en la zona colonial construida fuera de las murallas. La coexistencia de comunidades musulmanas, judías y cristianas durante siglos dejó una impronta única en su urbanismo, su cocina y su hospitalidad.

Una experiencia inolvidable

Recorrer la Medina de Fez es rendirse al asombro. Es degustar un tajine humeante en una terraza con vistas a los tejados de tejas verdes; es escuchar a un laudista tocar una melodía sufí en una esquina sombría; es dejarse llevar por la intuición y descubrir que cada paso te conecta con siglos de historia viva.

En tiempos en que muchas ciudades pierden su alma frente a la modernidad homogénea, Fez conserva con orgullo su identidad. La medina no es una postal, es un corazón que late. Y para quienes la visitan, deja una huella tan profunda como imborrable.

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