En la Casa del Bicentenario se presenta Generación Beta, la muestra de la artista austriaca Franzi Kreis, una propuesta profundamente sensible que interpela al espectador desde un territorio íntimo y, a la vez, universal: la memoria familiar como espejo de los grandes procesos sociales y políticos de nuestro tiempo.
La obra parte de una pregunta tan simple como conmovedora: ¿qué sabemos realmente de la infancia de nuestras madres y padres? En ese interrogante se abre un universo de relatos donde los altibajos de la vida —las migraciones, los silencios, las pérdidas, las reconstrucciones— emergen como hilos invisibles que conectan biografías privadas con la historia colectiva.
Generación Beta pone de manifiesto cómo los acontecimientos políticos, las fracturas sociales y los desplazamientos geográficos no solo configuran naciones, sino que dejan marcas profundas en los cuerpos, los gestos y las narraciones heredadas. Las historias, contadas una vez más, adquieren una potencia reveladora: contienen, quizá, respuestas parciales a algunas de las preguntas más esenciales de la humanidad.
En continuidad con esta línea de investigación artística, Kreis proyecta la serie Übersee (El otro lado del océano), que explorará historias familiares entre Buenos Aires y Viena, dos ciudades unidas por flujos migratorios, memorias cruzadas y percepciones divergentes de la historia contemporánea. Viena aparece aquí no solo como punto de partida, sino como un espacio simbólico de encuentro entre Oriente y Occidente, donde confluyen culturas, lenguas y memorias que dialogan —y a veces colisionan— en el presente.
En tiempos de inestabilidad política y fragilidad institucional, la artista subraya la urgencia de devolverle a la cultura de la memoria el peso que merece. Su proyecto busca instalar un “Stolperstein” intangible: un escollo para el recuerdo, una interrupción necesaria que obliga a detenerse, mirar hacia atrás y reconocer las huellas que nos constituyen. No se trata de una nostalgia inmóvil, sino de una memoria activa, capaz de iluminar el porvenir.
La visión de Generación Beta es ambiciosa y profundamente humanista: la creación de un archivo vivo a largo plazo, donde personas de entre siete y 97 años narren la vida de sus antepasados. Hijas que hablan de sus madres, hijos que evocan a sus padres. Voces que, al entrelazarse, construyen una auténtica memoria colectiva.
Cada conversación culmina en un retrato fotográfico que se detiene en el lenguaje corporal heredado: los gestos transmitidos, las posturas repetidas, la memoria inscrita en el cuerpo. Allí, la historia se vuelve visible. No como un dato, sino como una presencia.
La Generación Beta —aquella que nacerá en un futuro próximo— aún no tiene voz. La pregunta que atraviesa toda la muestra es tan inquietante como necesaria: ¿qué queremos transmitirle a esa generación que todavía no existe? La respuesta no se impone; se insinúa en cada relato, en cada imagen, en cada silencio compartido.
Mirar hacia el futuro a través del pasado: esa es la apuesta de Franzi Kreis. Una invitación a comprender que la memoria no es un ancla, sino un puente.