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Embajadas extranjeras

La isla de Djerba y un encanto muy especial

Desde la década de 1960 se convirtió en un destino de enorme popularidad

La isla de Djerba, tiene un encanto especial, con sus típicas casas blancas con puertas y ventanas azules, sus bóvedas redondas en lo alto, rodeada de una barrera natural de algas verdes que la protege.
Djerba se ha convertido en un destino turístico popular desde la década de 1960. La isla está conectada con el continente, al suroeste por un ferry que va de Ajim a Jorf y al sureste por una carretera de siete kilómetros, denominada “Ruta Romana”, cuya primera construcción se remonta al siglo XIX, entre la localidad de El Kantara y la península de Zarzis.

Situada al sur de Djerba, frente al golfo de Boughrara, en el punto más alto de la isla situado en la colina de Âdloun, nos encontramos con este pequeño pueblo de unos 10.000 habitantes, guarda un tesoro que representa la herencia bereber, llamado Guellala; capital de la alfarería al igual que Nabeul en el norte del país. La alfarería es una de las artesanías más antiguas de Guellala.

Hoy en día, los artesanos dan forma, -bajo la mirada de los visitantes-, a obras originales como el famoso “Camello Mágico” de Guellala: una jarra a primera vista sencilla, tiene una abertura oculta que permite llenarla por arriba y por abajo, dejando pasar el líquido. Fluyen sólo por la boca del camello; su secreto de fabricación, celosamente guardado por los alfareros de Guellala, se transmite de padres a hijos.

Los habitantes del lugar llevan toda su vida dedicados a la alfarería. Y debajo del suelo de las pequeñas fábricas se pueden encontrar túneles de más de 10 metros de profundidad. Del fondo se saca la arcilla de buena calidad, que es la que finalmente se utiliza.

Esa arcilla primero se amasa para quitar el aire, para después mezclarse con agua y darle forma con las manos en un torno que gira continuamente.

Una vez dada la forma al jarrón, se deja secar unos cinco días, para luego meterlo en el horno de piedra a 1.200 grados y dejarlo cocer durante 3 días.

El pueblo y sus alrededores están marcados por un gran número de talleres, que se identifican desde el exterior gracias a sus cúmulos de fragmentos y a su horno en forma de media esfera. Cada taller tiene su horno, el primero data del 1500 a.C.

La artesanía ha adoptado diversas formas y ha experimentado un crecimiento considerable con el desarrollo del turismo, particularmente en la fabricación de alfombras. El trabajo de la lana, desde el lavado hasta el cardado, pasando por el hilado y el tejido, ha desempeñado durante generaciones un papel clave en la vida económica y social de la isla. La arquitectura de los talleres de tejido es típica de Djerba: semienterrados para preservar la humedad y una determinada temperatura, se distinguen por su frontón triangular. La portada de Djerba llamada farracha o farrachia era famosa y buscada. La actividad de tejer holi en algodón, lana o seda natural, así como kadrouns, k’baia, kachabia.

La economía de la isla se basa también en la agricultura y su clima permite el cultivo de numerosos olivos, cuyos frutos son recogidos por las familias campesinas en otoño, granados, palmeras datileras, higueras, manzanos, almendros, tunas de frutos espinosos, que caminos y campos fronterizos, viñas, hortalizas y determinados cereales.

Podrás encontrar cientos de artículos para comprar, desde platos finamente decorados hasta especias que se utilizan en la gastronomía tunecina. Y como no, sentarte en uno de sus cafés a tomar un té verde con piñones.

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