Embajadas extranjeras
Mama Antula, a un paso de ser Santa
Por esta investigación, la periodista italiana Nunzia Locatelli fue condecorada por el embajador Giuseppe Manzo
El embajador de Italia en Argentina, S.E. Giuseppe Manzo, condecoró con la Orden de la Estrella de Italia (I´Ordine della Stella d´Italia), a la periodista italiana Nunzia Locatelli, por su labor en la investigación sobre María Antonia de Paz y Figueroa, María Antonia de San José, o más conocida como Mama Antula. Dicha distinción se entregó en el marco del programa “In-genio en la investigación histórica”.
Quién era Mama Antula
María Antonia de Paz y Figueroa nació en el año 1730, en la localidad de Villa Silípica, en la Provincia de Santiago del Estero. Fue hija de Francisco Solano de Paz y Figueroa y de Andrea de Figueroa.
Recibió la educación que se daba en las familias acomodadas, y se acentuó en ella su inclinación a la vida religiosa. A los quince años hizo sus votos y vistió el hábito consagrándose a la oración y al apostolado. Luego realizó sus ejercicios espirituales en el convento de la Compañía de Jesús.
En 1760, ya en Santiago del Estero, María Antonia de Paz y Figueroa reunió a un grupo de chicas jóvenes que vivían en común, rezaban, ejercían la caridad y colaboraban con los sacerdotes jesuitas. En aquel entonces se las llamaba “beatas” (actualmente llamadas laicas consagradas). Durante veinte años María Antonia estuvo al servicio de los jesuitas, asistiéndolos especialmente en las tareas auxiliares de los ejercicios espirituales.
Cuando se produjo la expulsión de esa orden en 1767, María Antonia pidió al mercedario fray Diego Toro que asumiera las tareas propias de la predicación y la confesión, mientras que ella se ocuparía con sus compañeras del alojamiento y las provisiones para continuar con los ejercicios espirituales. La amistad con los jesuitas la siguió manteniendo vía epistolar. Mientras tanto, continuó su tarea evangelizadora en las parroquias de Salavina, Soconcho y Silípica. Su figura ya era familiar, siendo conocida en su pueblo como la “Mama Antula”.
Con autorización del obispo del Tucumán, Juan Manuel Moscoso y Peralta, predicó y realizó una caminata evangelizadora por toda la diócesis. Recorrió las actuales provincias argentinas de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, nuevamente Tucumán, Catamarca y La Rioja. En 1777 llegó a Córdoba y finalmente arribó a Buenos Aires en septiembre de 1779. La provisión episcopal concedida le permitía solicitar limosnas, pudiendo fundar casas de recogimiento, realizar ejercicios y “reformar las costumbres” por lo que se la exhortaba a que continuase tan altos fines.
“Mama Antula” era una mujer con un estilo muy peculiar. Los viajes los hacía caminando descalza y pidiendo limosnas. No quedan testimonios de cuántas veces preparó ejercicios en algunas ciudades, pero sólo en San Miguel de Tucumán se hicieron sesenta. A pesar de sus viajes por montañas, desiertos y parajes que desconocía, jamás sufrió percance alguno. En Catamarca padeció una enfermedad y fue desahuciada por el médico. “Me encomendé al Sagrado Corazón y me encontré curada pronto, sin ningún remedio”, aseguró. Una vez se rompió una costilla, en otra ocasión se dislocó un pie “pero fui curada una y otra vez por una mano invisible”
Con 49 años decidió trasladarse a Buenos Aires para llevar los beneficios de su labor. Caminó junto con sus compañeras alrededor de dos meses hasta llegar a esa ciudad, lo que implicó un viaje de 140 leguas, equivalente a 700 kilómetros.
Sin embargo en Buenos Aires no fue muy bien recibida: la gente viendo a aquella mujer que había entrado a la ciudad con los pies descalzos, con una cruz de madera en las manos, exhortando por las calles a la penitencia e invitando al retiro de los Ejercicios espirituales, la tuvieron por persona extraviada, tratándola de loca, fanática y hasta de bruja. Los niños de las afueras de la ciudad al verla llegar con un mal aspecto por el largo viaje, comenzaron a apedrearla y abuchearla. María Antonia debió refugiarse en la iglesia de la Piedad, tanto para librarse de ellos como para encomendarse a la Virgen de los Dolores, de la que era muy devota.
El virrey Vértiz se opuso a su petitorio de abrir una casa para dar ejercicios. De igual manera, el obispo diocesano fray Sebastián Malvar y Pinto, le demostró desconfianza y postergó la respuesta por nueve meses, mientras solicitaba informes sobre María Antonia. Queriendo probar su espíritu, trató de disuadirla. Sin embargo, ella resistió todas estas pruebas con valerosa intrepidez.
Obteniendo el consiguiente permiso, en agosto de 1780, recién comenzó a dar los primeros ejercicios espirituales ante veinte personas, pero ese número creció de tal manera que pronto se calculaba en miles las almas que las recibieron, siendo insuficientes las casas donde las brindaba. Luego el obispo no sólo le dio autorización sino que además se convirtió en un gran admirador y le dejó un nada despreciable legado.
Posteriormente, por medio de donaciones, consiguió unos terrenos en las afueras de Buenos Aires, en la actual avenida Independencia 1190 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Las promesas de un mejor trabajo en el centro de Buenos Aires, junto con la fe que depositaban en Cristo gracias a la predicación de Maria Antonia, habría sido el motor para el gran viaje que realizaron a pie.
Una vez que esto se hizo oficial, la gente de la nobleza y personas de alto poder económico y social, que proliferaban en aquel entonces, realizaron grandes donaciones a Maria Antonia para poder realizar la construcción de la actual Santa Casa de Ejercicios Espirituales en aquellos mismos terrenos de Independencia al 1190.
Por esta casa pasaron hombres de Mayo y próceres de nuestra historia entre quienes podemos mencionar a: Liniers, Saavedra, Belgrano, Castelli, Moreno, Rivadavia y, más tarde, Rosas entre muchos más. Se sabe que en esa época la sociedad era muy creyente y casi todo ciudadano acudía a esta casa, algunos días al año para retirarse y meditar.
La Santa Casa es el único ejemplo de su tipología que aún subsiste, es un convento conformado por claustros, patios y capillas de fines del siglo XVII y principios del siglo XIX. La normativa otorga protección edilicia al inmueble con el fin de regular las posibles intervenciones en el edificio.
La casa ocupa casi toda una manzana y es considerado el edificio más colonial de la ciudad, no por su antigüedad sino por ser el menos modificado, ya que casi toda su estructura permanece intacta como lo era en sus orígenes.
Mama Antula en 1795 fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires, la que aún cumple su misión bajo el cuidado de la congregación Hijas del Divino Salvador. Falleció el 7 de marzo de 1799 en dicha residencia. Sus restos descansan en la actualidad en la Iglesia Nuestra Señora de la Piedad, en Buenos Aires.
El 4 de marzo de 2016, el Papa Francisco aprobó el decreto que reconoce el milagro obrado por intercesión de la Sierva de Dios: en 1904 la religiosa María Rosa Vanina, de las Hijas del Divino Salvador, se recuperó de manera inexplicable de una colecistitis aguda con shock séptico, luego que los médicos pronosticaron una muerte segura.
Ámbito Internacional hablo en exclusiva con Nunzia Locatelli en el evento realizado en la Residencia del Embajador italiano, donde acudieron invitados especiales.
Ámbito Internacional:
Que significa para usted ser distinguida por el Embajador Giuseppe Manzo con la Orden de la Estrella de Italia?
Nunzia Locatelli:
Recibir el Honor de Caballero de la Estrella de Italia, para un italiano, siempre causa un poco de impresión. El nombre Caballero suena muy alto: en una empresa italiana donde se hace llamar por su título, médico, ingeniero, abogado, el título de Caballero va más allá de la imaginación colectiva y coloca el decorado en un universo que va más allá de los tiempos. El caballero era una figura medieval, antigua, noble junto con los oficios de oficial, comandante. Sin lugar a dudas, para un italiano este honor es un gran honor. Me doy cuenta que en Europa somos una sociedad antigua, incluso en Inglaterra, la reina desde el título de Sir (señor) hasta los ilustres ciudadanos británicos que han salido a la luz en importantes carreras, Basta pensar en Sir Winston Churchil en política, con Sir Paul McCartney en música. O en Francia, la Legión de Honor es el honor más importante, fundado por Napoleón Bonaparte. Volvamos a mí, que creo que tengo pocos méritos y que mi país ha sido muy generoso. Seguramente esta distinción será un motor para seguir adelante con orgullo y continuar mi trabajo de investigación, investigación y difusión de realidades marginales, inéditas o desconocidas.
Ámbito Internacional:
Hablo con el Papa, como fue la recepción por parte del Vaticano a su investigación?
Nunzia Locatelli:
Conocí al Papa Francisco una vez, después de su llamada telefónica, siempre mantuve una comunicación unilateral, y siempre recibí sus breves mensajes a través de otras personas cercanas a él. Lo veré en diciembre seguramente y sin dudas no perderé la oportunidad de hablar con él sobre Mama Antula y lo importante que sería tener una primera santa argentina, una laica, un gran ejemplo también para nuestros días. Ejemplo de perseverancia, sacrificio, proyectos claros, empático, generoso y valiente.
El libro fue muy apreciado por la editorial del Vaticano, Librería Editrice Vatican, que compró los derechos de publicación mundial de mi libro sobre Mama Antula, escrito en colaboración con la periodista santiagueña Cintia Suárez. La editorial del Vaticano publica todos los libros del Papa y este -nuestro libro- será el libro oficial de canonización.
Ámbito Internacional:
Si declaran santa a Mama Antula, sería la primera mujer argentina, y todo gracias a su investigación, después que sigue?
Nunzia Locatelli:
No tomo todo el crédito por la investigación y la investigación sobre Mama Antula. Ha habido biógrafos anteriores, muy importantes que han reunido sus documentos, que contaron su historia en el siglo pasado. El proceso de canonización se ha detenido varias veces, por lo que Mama Antula ha perdido terreno con los años. Obviamente, nuestros libros han contribuido a darlo a conocer y, al mismo tiempo, el proceso de canonización se ha acelerado. Cuando conocí a esta mujer, ella solo era venerable.
Actualmente estamos en la etapa final, un evento prodigioso importante ya está en el Vaticano y la comisión de la causa de los santos debe convocar a la comisión médica que se expresa sobre la recuperación de un italo-argentino, Claudio Perusini, ex alumno de Bergoglio, increíblemente curado después de un ACV muy severo. Si esta curación no tiene una explicación científica, estaremos frente al milagro que le dará a Argentina su primera santa, mujer, laica y rebelde.