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Argentina en el mundo

Un diplomático profesional representa a la Argentina en todo momento

Aspirando a la excelencia, aceptando desafíos, sobre todo, teniendo el honor de representar a este extraordinario país

En un mundo completamente globalizado entre naciones y ciudadanos el constante intercambio cultural, político y social ha pasado ser absolutamente normal. Es aquí donde la diplomacia juega un papel preponderante a nivel mundial. Pero ser diplomático y ser un diplomático no siempre significa lo mismo. Porque un diplomático sabe de política sin ser político, comunica sin ser periodista, analiza la economía sin ser economista; con todos estos componentes en la profesión, el resultado es un excelente diplomático, que sin lugar a duda cosechará a lo largo de su carrera reconocimientos en entornos altamente internacionales viviendo experiencias únicas.

Para entender un poco mejor este fascinante ámbito internacional que los tiene como protagonistas, hacemos un repaso por la rica y vasta trayectoria diplomática del Embajador argentino S.E. Maximiliano Gregorio Cernadas.

Generalmente la gente piensa que la vida de un embajador es vivir de coctel en coctel, por cierto no lo es. ¿Qué nos puede decir acerca de esto?

El trabajo de una Embajada, cubre todos los aspectos de la vida de los países y de la gente y, en consecuencia, la agenda diaria de un Embajador, además de la indispensable jornada de oficina, incluye en una segunda parte, todo lo imaginable: reuniones con autoridades, entrevistas con medios, conferencias, recibimiento de autoridades argentinas, eventos deportivos, exequias, ofrendas florales, agasajos, días nacionales, actividades de promoción, proyecciones, visitas a enfermos, reuniones en el Parlamento, recorridas industriales, visitas a ciudades, entregas de premios, gestiones específicas de todo tipo, discursos por doquier y un interminable etcétera.

En esta descomunal agenda, los cocktailes constituyen una instancia de socialización ineludible del metier diplomático, pues por su escala y calidad, permiten reunir en un solo lugar y por dos horas, a la gente más conspicua de todos los ámbitos del país. Calcúlese que, para conocer a tanta gente importante en tan escaso tiempo, se requerirían de buenas excusas para visitarlos y varios meses de gestiones y visitas.

Sin embargo, los cocktailes no son buenos ni malos en sí, sino que dependen de para qué se usen: el embajador afecto al alcohol beberá sin límite; el ahorrativo aprovechará para cenar; el mujeriego perseguirá damas; el aburrido se entretendrá; el amateur buscará a sus pares para evitar bochornos; y el profesional serio dispondrá de una ocasión para informarse de lo que ocurre en el país y ampliar su agenda de contactos, que son objetivos prioritarios de un Embajador. El tema es tan serio que podría escribirse un protocolo de cómo proceder, que además sirva para juzgar la solvencia de un Embajador.

En suma: el cocktail diplomático corresponde sólo a la segunda parte de la jornada de un Embajador; el que lo crea un buen pasatiempo lo desafío a asistir a entre cinco y diez por semana, como debe hacer un Embajador; y, finalmente, los cocktails pueden ser todo lo que cada Embajador quiera que sean. 

¿Cómo se trabaja para generar una relación de ida y vuelta en el país que ha sido designado?

La estrategia clásica de un Embajador consiste en “vender” a su país en el destino al que se lo asigna. No obstante, creo que esa actitud es mezquina, pues es mucho más enriquecedor aplicar una estrategia de ida y vuelta, es decir, preocuparse también por “vender” al país anfitrión en su propio país. Las relaciones entre los países no son juegos de suma cero. En la medida en que un embajador y su país conozcan y aprecien más sobre el país en el que está destinado, tanto mayor será su capacidad para promover las relaciones entre ambos países, y el interés y apoyo que reciba de su propio país para cumplir su función. Argumentando por la negativa, si el país de destino de un embajador interesa poco al que lo envía, es probable que este embajador carezca de herramientas para su trabajo.

A partir de esa convicción, durante mi destino en Budapest trabajamos muy especialmente con mi esposa en esta interpretación de la diplomacia, y nos convertimos en activos difusores de Hungría y de Budapest, difundiendo sus virtudes entre nuestro colegas diplomáticos extranjeros, escribiendo en medios argentinos, invitando a personalidades argentinas para que conocieran Hungría, profundizando en el conocimiento de la cultura local, difundiendo a la capital húngara, integrando a personalidades húngaras en nuestras propias actividades de promoción, haciendo de nuestra Embajada un salón de encuentro abierto a toda la sociedad húngara, etc. Así, por ejemplo: entablamos una amistad con el Intendente de Budapest y su esposa, quien adhirió a mi iniciativa de hermanar a ambas capitales, viajó a Buenos Aires para firmar el acuerdo y apoyó mucho de nuestro trabajo; el Ministro de Cultura de Hungría nos distinguió antes de irnos a mi esposa y a mí, con el selecto premio “Pro Cultura Hungárica”, que otorga el Gobierno de ese país a personas que han hecho una contribución sustancial a la difusión de la imagen de Hungría en el mundo; la esposa del Primer Ministro apreciaba esa actitud en mi esposa y la distinguía en consecuencia; o la reciente y honrosa designación a mi esposa y a mí, como miembros de la Fundación Amigos de Hungría, una prestigiosa institución integrada por personalidades internacionales.

En suma, cuando se adhiere sinceramente a una diplomacia de ida y vuelta, el trabajo no concluye al finalizar el destino diplomático, sino que se extiende por el resto de la vida, como es nuestro caso, que continuamos en Buenos Aires promoviendo las relaciones con Alemania, Hungría, Croacia y Bosnia y Herzegovina, países donde hemos estado destinados.

¿Cuáles son los temas más relevantes en la relación bilateral entre países?

No sólo ningún tema escapa a las relaciones entre los países sino que, además, conforman una red de vínculos interconectados, cuya trama define la solidez y la salud del tejido bilateral.

Por supuesto que cada país debe definir prioridades que varían con cada país y cada circunstancia. En términos amplios, podría decirse que, dadas las peculiares circunstancias por las que atraviesa la Argentina, las prioridades generales de nuestro país deberían ser la atracción de inversiones y la expansión del comercio, en lugar de malgastar los escasos recursos y crédito internacional con que contamos, en la búsqueda de posicionamientos y alineamientos ideológicos.

¿De qué manera se posiciona la marca país y que implica esto?

La “marca país” es un concepto que ha probado ser valioso y eficaz en el mundo entero, bajo ciertas condiciones, como continuidad, coherencia y profesionalismo. En la Argentina, el concepto sufre, por un lado de factores fuertemente deletéreos y, por el otro, goza de un enorme capital.

Los deméritos consisten básicamente en dos clases: por un lado, que cada nuevo Gobierno que asume, actúa como fundador, volviendo a comenzar como en un eterno retorno, reformulando planes con alto grado de voluntarismo; por otra parte, todo nuevo Gobierno persiste en una inconsistencia entre los fines que se plantean y los medios que se asignan para alcanzar esos fines, lo cual asegura el fracaso.

En cuanto a los factores positivos, pocos países en el mundo cuentan con la cantidad y calidad de elementos identitarios como los que distinguen a la Argentina en el mundo. Como en muchos otros aspectos de nuestro país, contamos en este punto con un capital extraordinario que el Estado argentino despilfarra sin cesar, pero que es aprovechado con mucho beneficio por los numerosos y exitosos argentinos que se distinguen individualmente alrededor del mundo.

¿Cómo se conoce la cultura argentina en el exterior?

La diplomacia cultural es uno de los instrumentos más poderosos con que cuentan los países. Potencias como Francia, Alemania, Reino Unido, entre otras, lo saben bien, lo toman en serio y destinan buena parte de los medios de su política exterior en esa dirección.

La Argentina es, de vuelta, como en tantos otros rubros, paradojal en esta materia. Por una parte, su política cultural externa está viciada de falta de verdadera convicción entre las más altas autoridades, de planes consistentes en el tiempo, de sistemas transparentes, equitativos y meritorios, abunda el diletantismo entre sus administradores, se desaprovecha el recurso de contar con tal cantidad de Representaciones en el exterior, etc.

Por otra parte, la cultura argentina en el exterior goza en cualquier ámbito de un prestigio enorme, sustentada en dos elementos: por un lado, la naturaleza esencialmente universalista y no pintoresquista de la cultura argentina, permite un diálogo muy fluido con cualquier otra cultura en el mundo; además, existe una importante cantidad de creadores y reproductores culturales privados e individuales argentinos que viven en el exterior o recorren el mundo con gran éxito.

En cualquier caso, la diplomacia cultural argentina continúa siendo una cuenta pendiente de la política exterior argentina.

En muchas ocasiones tenemos entendido que no siempre hay recursos para poder difundir nuestro país, ¿Qué puede hacer una Embajada frente a esto?

Comenzaré esta respuesta explicando por qué las representaciones argentinas en el exterior no disponen de recursos. El principal problema de la política exterior argentina consiste en que está completamente sometida a la política interna, de lo cual se deriva que carece de sus propios objetivos, planes, mecanismos, personal, criterios, etc., lo cual redunda en que padezca de criterios parroquiales, fines partidarios, embajadores amateurs, presiones de grupos menores de la política local, caprichos ideológicos, moneda de cambio de transacciones políticas internas, ignorancia de lo que ocurre en el mundo, etc. En suma, a la política argentina le interesa poco y nada la política internacional, vivimos de espaldas al mundo y padecemos de la soberbia de creer que podremos continuar viviendo con lo nuestro para siempre.

Ello explica la inconsistencia crónica que existe entre los medios disponibles y los fines declamados para las Representaciones argentinas en el exterior, y que, a su vez, contribuye a explicar buena parte del persistente fracaso de nuestra proyección internacional. Esa situación es, aproximadamente, la misma que he observado a lo largo de mis 37 años de carrera, y que produce dos tipos de reacciones posibles: o se hace sólo lo que los recursos y las instrucciones de la Cancillería permiten, o se recurre a otros medios.

Estos son algunos cambios que introduje durante mi gestión recurriendo a medios que no me fueron instruidos por la Cancillería:
-Para la recepción del 25 de mayo del 2015, es decir el año anterior a que yo me hiciera cargo, la Cancillería había asignado a la Embajada a tal fin USD 8.000, con los que se organizó una recepción para 100 personas. En mi última recepción del 25 de mayo de 2019, Cancillería me envió sólo USD 1.500 y logré reunir a 400 personas.
-La Embajada siempre, antes y durante mi gestión, sólo contaba con USD 400 mensuales para recepciones habituales. En consecuencia, antes de mi llegada, se ofrecían una o dos cenas por mes, que es para lo que alcanza esa suma. Cambié esto hasta lograr una agenda de actividades de promoción de alrededor de 10 eventos mensuales.
-Antes de mi arribo se realizaban una o dos visitas oficiales a Croacia, porque había muy pocos recursos asignados para ese fin. Durante mi gestión llegué a concretar hasta 10 visitas oficiales a Croacia, cada una con una agenda de aproximadamente 20 encuentros oficiales en dos o tres días.

Para poder lograr esos importantes objetivos, introduje los siguientes cambios:
-Mudé la Residencia de la Embajada desde un chalet familiar perdido y de difícil acceso en el barrio más caro de las colinas de Buda, a una propiedad más representativa y económica de Pest, donde está la acción de la ciudad, donde contaba con salones para recibir, y nunca más la Embajada tuvo necesidad de alquilar salones para realizar ningún evento, como debía hacerse antes.
-Adquirí a muy bajo costo todos los elementos necesarios para que la Embajada dispusiera de su propio sistema de catering (mesas, bandejas, manteles, copas, carros, sillas, etc.), de modo que la Embajada quedó dotada para poder recibir a cientos de invitados sin necesidad de contratar onerosas empresas de catering, como era habitual antes.
-Las comidas sentadas son muy onerosas, permiten invitar a muy poca gente, requieren de cocineros, mozos y productos de muy alto nivel, sólo permiten hablar con los que están sentados próximos y, en definitiva, su éxito nunca está asegurado pues hay muchos imponderables. Decidí erradicar esta práctica que consume en una noche todo el presupuesto mensual para recepciones, y lo reemplacé por cocktailes, a los que podía invitar a un promedio de 100 personas cada uno, hablar con todos ellos, servirles una buena copa de Malbec y otros buenos productos argentinos, reducir costos de empleados, y en los que el eje del encuentro no era el placer pantagruélico para unos pocos, sino el sentido de la recepción (difundir productos argentinos, culturales, turísticos, sociales, políticos, etc.) etc. Así pude realizar hasta diez eventos de promoción mensuales, reuniendo a cerca de 1.000 personas en un mes, por el mismo monto que antes se usaba para una cena con 6 u 8 personas.


– Un recurso muy efectivo fue que, cuando se trataba de un gran evento en el que se esperaba a más gente de lo que nuestros salones y fuerzas nos permitían recibir juntos (Día Nacional del 25 de mayo, Día Internacional del Malbec, etc.), desagregaba el evento en dos o tres reuniones sucesivas (por ejemplo, para autoridades y CD, para amigos húngaros y para la comunidad argentina; o para profesionales del vino y luego una “Fiesta del Malbec”, etc.), lo cual me permitía recibir y atender correctamente a varios cientos de personas en un mismo día y con el mismo objetivo.
-Concebí un nuevo formato de eventos que denominé de “promoción combinada”, es decir que aprovechaba cada evento para promover diversos objetivos en una sola velada, como por ejemplo, culturales, comerciales, turísticos, etc., incluso a menudo uniendo fuerzas con otra Embajadas, a las que invitaba a organizar conjuntamente una recepción, por ejemplo, argentino-mexicana, con “Tango y boleros, Malbec y Guacamole”, o con la Embajada de EEUU, con “Tango y jazz, Malbec y Bourbon”, etc., lo cual repetimos con varias Embajadas (Suecia, Croacia, etc.). Dichas Embajadas estaban felices de colaborar con la mía (con bebidas y comidas, mozos, costos de los músicos, etc.), abaratando mis gastos y duplicando el éxito del evento, pues ellos también se ocupaban de sumar sus propios invitados especiales.
-Un elemento clave para lograr estos objeticos fue sumar constantemente nuevos y fieles sponsors, que aprovechaban el éxito de nuestras recepciones para promover sus productos. Así, contaba casi sin costo, con carne argentina de primera calidad, vinos argentinos estupendos, empanadas argentinas, dulce de leche, cerveza argentina, agua mineral, material de catering, café, helados, etc.
-Para los viajes a las concurrencias (Croacia, Bosnia y Herzegovina), dejé de llevar al chauffeur de la Embajada, que hubiera requerido que se le abonara alojamiento, comida y viáticos, y conducía yo mismo, de modo que con el mismo monto que se financiaba un viaje, yo podía hacer varios. Además, organizaba agendas sumamente apretadas, incluidos los días de mi arribo y de mi partida, que me permitían concretar hasta 20 encuentros oficiales diarios y reducir mi estadía en la ciudad a sólo un par de noches.
-Finalmente, entrené al personal con que ya contaba la Embajada y a los pocos empleados que podíamos contratar para esas ocasiones, de modo que su aporte fuera mucho más redituable.

Embajador con más de treinta años de servicio y varias misiones en su haber, cuál fue el mayor desafío al que se ha tenido que enfrentar en su carrera y cuál fue su mayor satisfacción a lo largo de estos años?

En estos 37 años de carrera diplomática, he enfrentado numerosos desafíos, que podría sintetizarlos de la siguiente manera:
-El primer gran desafío que viví fue en 1989, cuando asumió un nuevo Embajador político enviado por el Presidente Menem a hacerse cargo de la Embajada en Bonn, Alemania, donde yo prestaba funciones. Habiendo “comprado” la Embajada con su aporte a la campaña, la convirtió en una sucursal en Alemania de su estudio de abogado porteño, y la llenó con empleados privados propios traídos desde B.A. Yo era un joven funcionario a cargo de las cuentas de la Embajada y, apenas arribó, luego de una breve conversación que tuvimos, el hombre comprendió que debía trasladarme para manejarse con la libertad que quería, lo cual logró. Parece sencillo ahora, pero no lo fue entonces: yo tenía sólo 29 años, estaba recién llegado a mi primer destino, esperaba a mi primer hijo, y cuando a uno le dicen que su Embajador “lo quiere sacar”, no se sabe si es a B.A., al África o fuera de la carrera, porque era una persona poderosa que contaba con todo el apoyo del Presidente de la Nación. Por suerte, me trasladaron al Consulado en Düsseldorf, muy cerca de Bonn, donde era necesario ampliar la dotación. Fue un problema con suerte, porque apenas me fui, el embajador político comenzó con gastos desmedidos y endeudó con el banco alemán a la Embajada en una fuerte suma, lo cual terminó en su destitución y sumario. Otros colegas míos, que vivieron desafíos similares en otras Embajadas, no tuvieron tanta suerte y vieron sus carreras frustradas, con interminables juicios a causa de sus jefes políticos corruptos.
-Otro gran desafío que viví fue en 2000, cuando tuve el honor de abrir la nueva Embajada argentina en Berlín, pero con la crisis que se vivía en la Argentina, hubo momentos en que no disponía de recursos para abonar los sueldos ni pagar la luz de la Embajada. Como si fuera poco, teníamos frecuentes manifestaciones de protesta en la puerta de la Embajada, por parte de los bonistas, de representantes de piqueteros en la Argentina, etc.
-La fuerte política de austeridad que debí llevar a cabo en la Embajada argentina en Budapest entre 2016 y 2020, fue otro gran desafío, como lo detallé en otra respuesta anterior.
– A lo largo de mi carrera enfrenté varios otros desafíos, que resumiré en cuestiones como la politización de la carrera diplomática, la falta de criterios de mérito que producen gran desasosiego, la desidia y la mediocridad en muchos ámbitos estatales, etc.

Entre las satisfacciones, que han sido muchísimas, me concentraré en algunas relevantes:
-En 1987 acompañé la histórica visita en la que el Presidente Alfonsín invitó a su par brasileño, Sarney, a conocer la ultra secreta Planta de Enriquecimiento de Uranio de Pilcaniyeu, lo cual acabó con la peligrosa carrera nuclear que se había iniciado entre ambos países, se enmarcó en un vasto proceso de fomento de la confianza entre ambos países durante varios años del cual participé, sentó las bases sine qua non para que pudiese fundarse el Mercosur y aseguró la paz del continente, es decir todo un proceso de gran trascendencia histórica internacional, único en la historia mundial, pues como lo afirmó el propio Sarney durante la exequias de Alfonsín, se trató de un hecho sin parangón en el mundo.
-A comienzo de 2000 tuve el honor de abrir la Embajada Argentina en Berlín, la nueva capital de la Alemania reunificada, en las viejas oficinas de la ex Embajada argentina ante la Alemania Comunista, a escasos metros de la Puerta de Brandenburgo.
-En 2018, desde mi Embajada en Budapest, colaboré decisivamente para la apertura de la UE al biodiesel argentino, abriendo un mercado de USD 1.200 millones anuales.
-Cuando arribé a Budapest en 2016, no había un Embajador argentino ante Hungría, Croacia y Bosnia y Herzegovina, y la Argentina tenía allí una muy baja presencia y visibilidad. Cuando concluí mi misión a comienzos de 2020, la Embajada argentina era probablemente la Representación más activa en esa capital, nos despidieron cientos de personas, dejé ondeando la bandera argentina y su escudo sobre la principal avenida de la ciudad, dejamos amigos en todos los medios de esos países y hasta nos distinguieron a mi esposa y a mí por nuestra labor.
-Las despedidas que recibimos al cabo de cada etapa de nuestras carreras, constituyen muestras cabales de lo que logramos en cada lugar. Cuando dejamos Berlín, luego de 8 años (2000-2007), yo como Consejero Cultural de la Embajada y mi esposa Cecilia Scalisi como corresponsal del diario “La Nación”, nuestra despedida tuvo lugar en el palacio municipal de Berlín, el imponente “Rotes Rathaus”, al que asistieron más de 500 amigos y que tuvo la pompa de una recepción para un Jefe de Estado, como lo calificaron los asistentes. La despedida de nuestros años en Buenos Aires (2007-2016), consistió en una recepción para 400 invitados conspicuos en el Palacio Paz. Nuestras despedidas como Embajadores en Budapest (2016-2020), sumaron más de 15 eventos, que reunieron en total a más de 700 personas.
-Una enorme satisfacción que tenemos a lo largo de nuestra carrera con mi esposa, es la de mantener un Salón al estilo de los del siglo XIX, en los que reunimos a amigos conspicuos de la diplomacia, la política, la cultural y los medios de todo el mundo, siempre en torno a propuestas de alto nivel internacional (Hauskonzerte, presentación de libros, etc.), tanto en nuestra residencia porteña como en la Residencia de la Embajada argentina en Budapest.

Sabido es que un diplomático está al servicio de su país. ¿Cómo se conjuga la carrera de un embajador y su vida personal?

A menos que se pretenda ser un diplomático “part time”, la vida de un diplomático profesional está enteramente dedicada a su carrera, especialmente en el exterior, donde se representa a la Argentina en todo momento. Con mi esposa siempre hemos asumido esta responsabilidad de ser diplomáticos argentinos “full time”, es decir las 24 horas del día, e incluso intentamos dentro de lo que ellos pueden, incorporar a nuestros hijos en esa vida y en la conciencia de que el contribuyente argentino nos envía al exterior con esa misión. Por ese motivo, es que tratamos de articular lo mejor posible nuestra vida profesional con la personal, lo cual se puede lograr con enormes satisfacciones siempre que uno cumpla con dos condiciones: vocación de servicio por el país y amor por esta carrera.

¿Qué mensaje le daría a un estudiante que quiere seguir la carrera diplomática?

Habría mucho para conversar con un joven aspirante a la carrera diplomática, pero lo resumiría en las siguientes recomendaciones y conceptos:
-La vocación de servicio público, el interés por las ciencias sociales, el afán de conocer y relacionarse con gente, y la curiosidad y capacidad para adaptarse a nuevas situaciones y países, son condiciones sine qua non para considerar ingresar a esta carrera.
-Consigan un Mentor que los guíe en la carrera, no sólo desde el punto de vista técnico-profesional sino, sobre todo, ético y humano.
-Los idiomas constituyen herramientas insustituibles en esta carrera.
-Busquen su propio camino profesional. Existen tantas maneras de ser un diplomático como personas ejercen esta profesión, y cada uno desarrolla su propio camino de acuerdo a sus talentos y capacidades. Desconfíen de quien les quiera imponer un canon diplomático único.
-No se dejen engañar por quienes intenten impartirles las lecciones de que el modelo de un buen diplomático consiste en ser opaco, hermético, disimulado, artero o seguir lemas como “don’t over do it”, o el célebre motto de Talleyrand cuando decía “surtout pas trop de zele” (“sobre todo, no demasiado celo”). Esas con sólo excusas tras las que se amparan mediocres, timoratos, mezquinos, pusilánimes y holgazanes, de los cuales encontrarán muchos en sus carreras.
-No teman a los medios, la visibilidad, la diplomacia pública, la confianza en la soft diplomacy, la “diplomacia de ida y vuelta” y el involucramiento total en esta vida.
-La mejor manera de emprender esta carrera es volcando en ella todo lo mejor de lo que ustedes dispongan, ser honestos, sinceros y abiertos, creativos y emprendedores. Los amateurs en esta carrera creen que el taimado y el que no arriesga, siempre gana. Recuerdo que mi mentor nos alentaba parafraseando a Napoleón: “cada uno de ustedes lleva en su mochila sus Cartas Credenciales como Embajador (en lugar de su bastón de Mariscal)”.
-Les recomiendo la escuela diplomática que cultiva el lema “the limit is the sky”, formarse tanto con serios contenidos técnicos como con sólidos principios morales y desplegarlos con decisión y con la apertura de una “democracia californiana”, cultivando la amistad, sumergiéndose con curiosidad en todos los ámbitos del país anfitrión, viendo y haciéndose ver, representando al país de la mejor y más visible manera.
– En síntesis, tu carrera consistirá en el estilo que le imprimas de acuerdo a tus cualidades personales, fallando y corrigiendo como en cualquier actividad, sin amilanarse, aspirando a la excelencia, aceptando desafíos, no perdiendo la pasión por lo que te toque y, sobre todo, cumpliendo en el exterior con la misión de tu vida, que consistirá en estar a la altura de representar a este extraordinario país que nos ha tocado el honor de representar.

S.E. Maximiliano GREGORIO-CERNADAS

Licenciado en Ciencias Políticas con especialización en RRII (UCA, 1982). Diplomático de carrera (ISEN) desde 1983. Cumplió numerosas misiones (en América, Europa, África y Polinesia) y varios destinos diplomáticos (Bonn en dos ocasiones, Düsseldorf y Berlín, donde en 2000 abrió la nueva Embajada argentina). Embajador ante Hungría, Croacia y Bosnia y Herzegovina (2016-2020). Especialidades: Seguridad, Tecnología, Cultura, países germanos, Centroeuropa y medios. En esta última materia, prestó servicios en la Dirección de Prensa de la Cancillería (1994-1998) y fue Consejero de Prensa en la Embajada argentina en Berlín (2000-2007). Idiomas: inglés, alemán, francés y elementos básicos de húngaro. Autor de varios libros. Conferencista. Investigador académico. Varios estudios de posgrado. Miembro del Consejo Asesor del Centro de Estudios Internacionales (CEI) de la Universidad Católica Argentina (UCA). Colaborador para la Sección de Opinión del diario “La Nación” desde 2010. Colaborador desde 2020 de los diarios “El Economista” y “Río Negro”, y de los medios electrónicos “Nuevos Papeles” y “Visión Federal”. Miembro del Club Político Argentino, de la Fundación Alem (Grupos de RRII, Cultura y Ciencia y Técnica, Medios) y de la Academia Argentina de Ceremonial. Creó con su esposa Cecilia Scalisi (periodista y escritora cultural) un salón al estilo del siglo XIX, al que desde 2009 asisten conspicuas personalidades de los medios, la cultura, la política y la diplomacia. Distinguido con el Premio “PRO CULTURA HUNGARICA” y miembro de la Fundación de Amigos de Hungría (ambos del Gobierno de Hungría). Casado, 6 hijos. Hobbies: polo y bibliofilia.

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