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Cultura

Viví Francia 2018

En el marco de la 10º Semana francesa en Buenos Aires

“Viví Francia” es el nombre de la Semana Francesa en la cual se organizan múltiples actividades de alto nivel y en las que toda la comunidad puede participar, y disfrutar de Francia y de su “savoir faire” entre algunas de las actividades se puede visitar la muestra de Lamyne M. y recorrer el Palacio Ortiz Basualdo (actualmente Embajada de Francia en Argentina).
Recorrimos la muestra de Lamyne M. junto a él en la Alianza Francesa y en la Embajada de Francia (Palacio Ortiz Basualdo) que a través de su humildad y talento confirma que el patrimonio cultural seguirá viviendo mientras sea compartido y la historia no conozca interrupciones. Sus vestidos son un homenaje al mestizaje cultural y a la grandeza atemporal de las mujeres.
Lamyne M. viene a presentar sus grandes vestidos en la exposición “Les Grandes robes royales¨/”Los Grandes vestidos reales” que fueron presentados en lugares prestigiosos como la Basílica Saint Denis en París o en la Embajada de Francia en Kazakstán. En Argentina, presentará sus vestidos en Buenos Aires, San Juan y Rosario. También participará de una charla en el marco del COMECOCO (Encuentro de Industrias Creativas) de Mendoza.
Durante su estadía en San Juan, realizará un workshop con artesanos locales para la creación de un nuevo vestido inspirado en su encuentro con los saberes locales y su conocimiento. Uno de los vestidos creados en Argentina durante su estadía será presentado en el Instituto del Mundo Árabe de París.
Lamyre M nació en Camerún, es hijo de un comerciante de telas. Muy joven, comenzó su aprendizaje con un maestro sastre. A vivido y trabajado durante muchos años en Saint-Denis, una ciudad en el mundo donde las personas provienen de todas las regiones y países. Centro industrial desde el siglo XIX, Saint-Denis combina la globalización de los intercambios con la cooperación entre los pueblos y la construcción de un mundo donde se expresen los  valores de la solidaridad, el respeto y la paz. En la basílica de Saint-Denis, el último hogar de los reyes de Francia, creó un proyecto original, la túnica real, que es una reflexión sobre obras del pasado a las que ofrecemos una nueva vida en resonancia con nuestro mundo contemporáneo.
Descendiente de los Peuls, un pueblo de antiguos pastores nómadas convertidos al Islam, Lamyne M toma un gran interés en las culturas nómadas y descubre el mosaico cultural del país más grande de Asia Central.
La construcción del Palacio Ortiz Basualdo, concebido en 1912 por el arquitecto francés Paul Pater, a quién se le debe en particular el magnífico edificio que alberga actualmente al Museo de Arte Tigre, fue terminado en 1918.
Francia, propietaria del Palacio desde 1939 lo constituyó como sede de su embajada en Buenos Aires. Sin embargo, este importante monumento del patrimonio de Buenos Aires estuvo en riesgo de ser destruido, al igual que otras edificaciones vecinas, hacia fines de los años 70. Solamente el esfuerzo del conjunto de los ciudadanos de Buenos Aires y del gobierno francés permitió salvar el edificio de la demolición. 
Al acceder a la residencia se erige un gran vestíbulo circular cuya decoración fue hecha con un magnífico embaldosado de mármoles policromos y paredes revestidas en madera adornadas con pilastras corintias y revela una gran escalera de honor que conduce directamente a los salones del primer piso donde se desarrollará el total de la visita.
El estilo inglés se manifiesta a través de la decoración de la escalera de honor y del hall circular del primer piso, en el que pueden observarse motivos de los siglos XVII y XVIII, tales como la ventana neo-palladiana que ilumina la caja de la escalera, la rampa « Chippendale », los marcos de estilo « Reina Ana », diseñados por la casa de decoración inglesa Waring and Gillow. El pórtico y el cielo raso de la antecámara merecen una mención especial. En la pared del hall circular lucen colgadas reproducciones de cuadros del siglo XVIII, pintadas por el francés Joseph Vernet, que representan puertos de Francia y vistas de Italia. Entre estos cuadros, que son copias, el original de “la entrada del puerto de Marsella” está en el Museo del Louvre. Pero el verdadero hallazgo en la composición de los espacios de este nivel, reflejo del esquema general del edificio, es la serie de salones de gala, todos de excelentes proporciones y lujosamente decorados.
El comedor es la pieza que mejor refleja el estilo inglés en el Palacio Basualdo. Imita el comedor del Palacio Real de Oslo, y ha conservado íntegramente su decoración y su mobiliario, inspirados en el barroco inglés (siglos XVII y XVIII). La gran mesa permite recibir a 24 comensales. Es habitualmente utilizado en ocasión de los almuerzos y cenas oficiales de la embajada de Francia. Los cuadros que adornan las paredes son reproducciones de « Naturalezas muertas » del siglo XVII. Sobre la gran consola se observa el busto del Rey de Francia Enrique IV (muerto en 1610). En el extremo del Palacio se encuentra un vasto salón con revestimiento en madera de estilo gótico (Edad Media francesa, siglos XIV- XV). Este salón fue pensado como « Jardín de invierno ». Su luminosidad y su piso de mármol permitían conservar allí plantas y arbustos. Este salón está adornado con cuatro hermosísimos jarrones de porcelana del siglo XIX decorados con escenas de la vida del Emperador Napoleón.
El salón chino es una brillante reproducción de una forma del estilo Luis XV, con motivos chinescos («les chinoiseries») que se utilizaron en la decoración de numerosos palacios y castillos franceses a mediados del siglo XVIII. Este salón, epicentro del edificio y punto de vista privilegiado tanto hacia el exterior como hacia el interior, está organizado alrededor de tres ejes:
El primero, hacia el pequeño palier cuadrado, el hall circular y la escalera de honor; El segundo, hacia el salón de baile, la sala de billar y la biblioteca; el tercero, hacia el comedor y el jardín de invierno.
La magnífica sala de baile o salón de honor es una interpretación del estilo Luis XV. La chimenea de mármol blanco, adornada con hermosos bronces cincelados, el gran panel central adornado por una pintura alegórica en el cielo raso y el detalle del medallón del cielo raso con figuras mitológicas, merecen igualmente una mención especial. Son también de gran interés las “boiseries” doradas, decoradas con instrumentos musicales, las arañas y los detalles de hierro forjado de las puertas y ventanas: constituyen destacados ejemplos de la calidad de los artesanos parisinos de comienzos del siglo XX, teniendo en cuenta que todos estos elementos fueron importados de Francia. Sobre la chimenea se ha colocado el busto del Rey de Francia Luis XVI.
La sala de billar o fumadero combina revestimientos de madera y cielo rasos de estilo Tudor, con una gran chimenea de mármoles policromos inspirada en el Renacimiento Francés. Allí pueden observarse reproducciones de antiguos mapas del Río de La Plata, así como los retratos de todos los embajadores franceses que se han sucedido en el Palacio Ortiz Basualdo desde la 2a guerra mundial.
La biblioteca, con su apertura sobre el jardín, es de estilo gótico inglés. Su chimenea está adornada con motivos del «primer Renacimiento».
El Palacio Ortiz Basualdo es un destacado ejemplo de la influencia francesa en la arquitectura argentina. El plano general del edificio es una adaptación del modelo de un palacete francés tradicional, construido en cuatro niveles: el basamento, la planta noble, la planta de habitaciones privadas y la mansarda destinada al personal de servicio. La ausencia de patio de honor o de terraza refuerza la singular simetría del edificio. El elemento más original de este palacio es una alta torre cilíndrica en el ángulo del edificio, coronada por una cúpula recubierta de pizarra. Vista desde el final de la Avenida Alvear, esta construcción resulta de una llamativa elegancia. La decoración interior de la entrada principal, de la escalera de honor y de los salones del primer piso (la planta noble) yuxtapone dos formas muy diferentes del arte decorativo, expresiones del estilo francés y del estilo inglés.
La crónica confirma que en 1925 el entonces Rey de Inglaterra, Eduardo VII -aquel que abdicó por amor a su adorada Wallis Simpson- pasó una temporada en él, tocó el laúd, probó las exquisitas carnes argentinas y quedó maravillado con la arquitectura y el confort del palacio de la Familia Ortiz Basualdo. Por lo bajo, las versiones que llegan de boca en boca, aseguran también que todavía están a la vista las huellas de los habanos que apagó en los suelos de madera de roble de Eslavonia. Lo cierto es que esta joya arquitectónica que da fin a la calle Alvear -ahí donde comienza Cerrito- sigue causando admiración en quienes tienen la posibilidad de visitarlo.
Y esto sucede una vez al año, en el 3er fin de semana de setiembre cuando la Embajada de Francia, propietaria desde el año 1939, se pliega desde Buenos Aires a las Jornadas Europeas del Patrimonio que posibilita el descubrimiento de los más hermosos edificios públicos y privados y que se desarrolla al mismo tiempo en Francia y en 49 países europeos.
Asimismo, Le Marché -Feria de la Cocina Francesa- se hizo presente frente a la Embajada de Francia, ofreciendo degustación y venta de productos y platos típicos. Dicho evento fue organizado en el marco de Buenos Aires celebra Francia, por la Cámara de Comercio e Industria Franco-Argentina, que este año celebra su décimo aniversario. 
Para los amantes de los clásicos de la cocina francesa, hubo el famoso croque-monsieur, boeuf bourguignon, confit de pato, sopa de cebolla, aligot y mucho más.
Con la llegada de la primavera, nuevas propuestas gastronómicas de temporada y cargadas de sol deleitaron los paladares de todos: effiloché de centolla de Ushuaïa, navarin de cordero patagónico, fondue de queso, champiñones rellenos con crema de espinacas, pollo a las naranjas, sopa de hinojo y limón, estofado de ternera a la cerveza negra.
Por otra lado, famosas por el mundo, se pudieron degustar las viennoiseries y pâtisseries más típicas como los croissants, pains au chocolat, macarons, Paris-Brest, éclairs, tarte tatin, pains aux raisins, sacristains, croissants aux amandes, madeleines, crème brûlé y canelés.
Por último, productores locales presentaron sus mejores productos artesanales: chocolates de autor, quesos de vaca, cabra y de oveja, fiambres de Tandil y productos importados de la cocina francesa, como ser: mostazas, mermeladas, quesos y trufas de chocolate.

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