En 1908, Theodor Tobler y su primo Emil Baumann fueron los primeros en producir el famoso chocolate conocido por el nombre Toblerone: el chocolate con leche de forma triangular con miel y turrón. Sólo poco después de esta invención milagrosa, Theodor sacó la patente tanto para el nombre como para la forma triangular de su nueva creación. El nombre “Toblerone” es un juego de palabras, una mezcla entre su propio apellido y el término italiano para turrón (torrone), que no es otra cosa que una mezcla de miel y guirlache de almendras.
En torno a esa barra triangular se crearon muy pronto ya las primeras leyendas. Algunos pretendían que su forma tenía su origen en el Monte Cervino.
Otra teoría sostenía que Tobler se había inspirado en las bailarinas de Folies Bergères de París, que, en uno acto del baile, se alineaban en forma de pirámide. Pero una tercera hipótesis aseveraba que Tobler eligió la pirámide como símbolo de la masonería. Así lo ha explicado el nieto de Theodor, el historiador Andreas Tobler, en una rueda de prensa mientras contaba que su abuelo pertenencia a esta orden: “Mi abuelo era francmasón. El triángulo podría ser una ilustración de esa pertenencia, porque para ellos esa forma simboliza la llama”.
Este historiador especificó que los paquetes originales de las cajas que contenían el chocolate ni tan siquiera llevaban el emblema del Cervino, al contrario, tenía un oso, símbolo de la ciudad de Berna, de donde es originario, y un águila transportando las banderas suiza y bernesa. Y que aparezca este animal no es raro, ya que a Berna se la conoce también como “la ciudad de los osos”.
La marca Toblerone fue registrada en 1909 en el Instituto Federal de Patentes de Berna. Curiosamente un joven Albert Einstein de 30 años estaba empleado allí en esa misma época.
Durante la guerra fría, en los países comunistas del este de Europa, Toblerone solo era posible conseguirlo como valija dilemática y en tiendas donde solo aceptaban monedas “fuertes”.Por ello, junto con el Kinder Sorpresa, se convirtió en un objeto de deseo para generaciones de niños.
Tobler fue un internacionalista convencido. Era un partidario fervoroso del libre comercio porque le iba a librar de los derechos de aduana impuestos sobre la importación de materias primas naturales y sobre la exportación del chocolate.
Pero también mostró gran interés por mejorar el mundo. Quería tender puentes entre las distintas naciones, soñaba con una única moneda para todo el mundo, y una de sus pasiones favoritas fue el fomento de la lengua internacional ido, una versión reformada del esperanto. Ese idioma artificial lo usaba incluso en algunas de las tarjetas coleccionistas que se solían añadirse en el embalaje de su chocolate.
En vista de sus convicciones, es obvio que Tobler fuera también un enemigo apasionado de los nacionalsocialistas. Como francmasón fue miembro de una asociación atacada por los nazis. Estaba incluso dispuesto a combatirlos. Se presentó como testigo judicial en un proceso histórico en Berna en 1934-1935 que demostró que los infames y antisemíticos «Protocolos de los Mayores de Sión», tan revendidos por los nazis, eran una clara falsificación. A pesar de la atestiguada naturaleza fraudulenta del tratado, fue la primera vez que se había determinado su falsedad en un tribunal.
Al final, la fábrica Toblerone tuvo que dejar sus famosos establecimientos en Berna en los años 80 para trasladarse a Brunnen, en las afueras de la ciudad. La Universidad de Berna se apoderó del inmueble original para convertirlo en una biblioteca y una sala de lectura que abrió sus puertas en 1993 bajo la insignia «Unitobler».
Toblerone cumple 111 años
El mítico chocolate suizo Toblerone esta cumpliendo ciento once años en excelente forma y con su poder consolidado, como lo demuestra que es el más exportado de su país. El producto se popularizó enseguida, y fue uno de los productos que formaban parte del inventario del primer Duty Free abierto en el mundo, en Irlanda en 1947. Como visionario que fue su creador Tobler, buscando así la expansión internacional de este famosísimo chocolate.
Actualmente, la empresa pertenece a la compañía Philip Morris, a través de su brazo alimenticio Kraft Foods. Ciento once años después sigue siendo el chocolate más exportado de Suiza. De hecho, el año pasado, batió su propio récord al fabricar 7.000 millones de paquetes, tantos como habitantes en el planeta tierra.
Para muchos, es probable que sea uno de los mejores chocolates que han probado en su vida. Para mi, sin lugar a dudas, es el mejor.