México celebra un año más su independencia al grito de Dolores, el punto de partida de la guerra de independencia de este país latinoamericano. Los mexicanos salen a las plazas públicas y emulan cada año la noche de 1810 en la que el cura Miguel Hidalgo y Costilla llamó a los feligreses del pueblo de Dolores, en el Estado de Guanajuato, a levantarse en armas. La fiesta está tan afianzada en el imaginario colectivo nacional que a veces los rasgos más básicos de la celebración se obvian o se olvidan.
No existe, por ejemplo, una versión oficial de las palabras que pronunció Hidalgo, considerado como el padre de la patria y uno de los personajes principales de la historia nacional, en la noche del 15 y la madrugada del 16 de septiembre, aunque los historiadores coinciden en que dio vivas a la religión, a Fernando VII (en ese momento apartado del poder por José Bonaparte) y a la Virgen de Guadalupe. Una imagen de la virgen morena se convirtió en el primer estandarte de la lucha por la independencia. Desde entonces el grito ha sido un distintivo de los mexicanos: algunas veces para unirse al festejo oficial, otras para protestar contra el Gobierno y casi siempre para celebrarlo con familiares y amigos.
El general insurgente Ignacio López Rayón encabezó en 1812 la primera conmemoración del grito independentista en Huichapan, en el actual Estado de Hidalgo. La Junta Provisional Gubernativa se formó en 1821 después de la victoria del Ejército Trigarante de Agustín de Iturbide, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero. La Junta publicó en bandos de febrero del año siguiente que se celebrara el 16 de septiembre como fiesta nacional, aunque fue cuestión de debate y no se había contemplado en las fechas patrias originales: el 24 de febrero (Plan de Iguala), el 2 de marzo (cuando el Plan fue jurado por el Ejército) y el 27 de septiembre (cuando las tropas entraron a la capital), según cuenta el historiador y político conservador Lucas Alamán en Historia de México.
Para facilitar los festejos se consolidó tácitamente que la celebración del Día de la Independencia de México comenzara la noche del 15 y no la madrugada del 16 de septiembre, cuando se dio el primer grito de Hidalgo. La tradición dicta que el gobernante en turno (ya sea el presidente, el gobernador o el alcalde, dependiendo del orden de gobierno del que se trate) salga a las once de la noche al balcón del palacio, enarbole la bandera nacional y honre a los héroes patrios, pero no existe un guion estricto al que los representantes públicos deban adherirse, por lo que cada uno le imprime un sello personal.
La celebración del Día de la Independencia de México se ha consolidado con el paso de los años como la principal fiesta nacional en el calendario cívico de México. El presidente solía acudir en el quinto año de su mandato al pueblo de Dolores, donde ocurrió el primer grito, sobre todo durante la época del PRI como partido hegemónico. La sede del festejo se ha alternado recientemente con el Palacio Nacional, en la plaza del Zócalo de la Ciudad de México. Música típica, fuegos artificiales y el tradicional pozole (un caldo con granos de maíz, chile y carne de cerdo o pollo) son elementos que no pueden faltar durante la fiesta.
Tras dos años de contingencia sanitaria a consecuencia de la Covid-19, este 2022 en México se llevarán a cabo múltiples eventos tanto en las alcaldías de la Ciudad de México y el Zócalo capitalino, donde se espera que acudan cientos de mexicanas y mexicanos.
A su vez se abrirá la plaza pública del Zócalo capitalino para disfrutar de la celebración de su Independencia en la cual participarán múltiples cantantes y bandas, quienes armonizarán el ambiente tras el Grito de Dolores que dará el presidente Andrés Manuel López Obrador.
En la República Argentina, la embajadora de dicho país, Su Excelencia, Lilia Rossbach Suárez, realizó una importante celebración en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, MALBA cuya presidencia de la Fundación está a cargo de Teresa Aguirre Lanari de Bulgheroni, y contó con una marcada presencia de representantes diplomáticos de distintas naciones, amigos e invitados especiales.
Luego de entonar ambos himnos nacionales, la Embajadora de dicho país hizo referencia en su discurso como “uno de los momentos más afortunados e intensos de su trayectoria, puesto que con Argentina mantiene una relación ya de muchos años, la lleva en el corazón de manera muy especial por todo lo que la ha venido dando en la vida…“ la ceremonia contó también con la soprano Claudia Cota Gómez, quien interpretó canciones tradicionales de México; además, los invitados pudieron recorrer mediante una visita guiada ofrecida por dicho museo, la muestra Tercer ojo, centrada en la obra “Diego y yo” de la artista mexicana, Frida Kahlo, obra que el fundador del Museo Malba, Eduardo Costantini, adquirió por casi 35 millones de dólares.