Si bien el Jardín Japonés de Buenos Aires, en concordancia con lo establecido por las autoridades nacionales, -que restringe el acceso a lugares públicos- se encuentra cerrado hasta el 31 de marzo del corriente año-, no podemos dejar de revivir parte de lo mucho que se vive a pleno en dicho lugar de encanto.
Desde el ingreso mismo, el personal de acceso, de información, de vigilancia, ya nos hace sentir la tan afamada mundialmente amabilidad japonesa. Los valores que priman en la sociedad nipona se hacen presentes a tal punto de poder palparlo en este hermoso Jardín Japonés de Palermo.
Ingresar al Jardín Japonés es transportarnos -y por un buen rato- al país del sol naciente. Sus caminos, lago con peces Koi, cascadas, puente curvo, casa de té, puente de las decisiones, Campana de la Paz mundial, etc., todo acompañado por la relajante y sanadora música japonesa.
Uno de los tantos eventos que se celebraran en este lugar, es el Hi Matsuri.
El Hi Matsuri es la adaptación de un festival basado en una tradición japonesa cuyo primer registro histórico data del año 1251. Hay varias versiones de su origen, pero los expertos coinciden en que se inició en la era Heian (794 – 1192) como una actividad anual que se realizaba en la Corte Imperial.
En la actualidad a lo largo de todo Japón hay diferentes versiones que llevan distintos nombres según la región, pero siempre mantienen la intención de que con el fuego se deje atrás lo pasado y se inicie otra etapa con renovada energía.
Tal cual lo sintetiza, Sergio Miyagi, Director de Prensa del Jardìn Japonès, “Ese día nosotros les brindamos a los visitantes una tablilla de madera donde deben escribir lo negativo que les ha ocurrido durante el año y luego la depositan en el árbol de metal. Cada año la gente participa con mucha convicción. Ese árbol de metal se va llenando durante todo el día y a las 17 hs, con el acompañamiento de los tambores japoneses, nuestro monje budista y maestro de ceremonias, Minoru Tajima, realiza el rito para que comience la gran fogata, ardan todas las tablillas, todo lo malo se vaya y vengan tiempos de prosperidad. Es un momento único, de mucha emoción”.
Pero, no es el único evento a lo largo del año, hay muchos màs y una sola crònica no alcanzarìa para contar todo lo bueno de la cultura japonesa que se vive en este lugar.
Sin embargo, hay un acontecimiento que no podemos dejar de mencionar en esta primera entrega, es algo que realmente impresiona por su belleza y principalmente por su significado y es contemplar los cerezos en flor.
La flor del sakura (cerezo japonés), no solo es la flor màs representativa de Japòn, sino que está profundamente arraigada en su historia cultural.
Ya en la época que se registran los primeros escritos con escritura genuina del Japón, en los años 700 (era de Nara), esta flor aparece en cuantiosos poemas. Hasta entonces, la moda cultural era básicamente adaptada de la China, desde la escritura hasta en muchos elementos cotidianos, siendo hasta estos tiempos la flor del Mume, más trascendente, ya que en China es la que representa a la cultura. Hasta que a fines de la era Nara, y comienzos de la era Heian (704 d.C) reaparece el Sakura y se la identifica fuertemente con el espíritu japonés. Desde esta época, los guerreros ofrendaban poemas escritos en la corteza del árbol de Sakura al emperador en signo de lealtad. Existe desde entonces la creencia de que al cortar un árbol de Sakura, éste sangra, creencia que ha hecho hasta desviar la construcción de la vía férrea en Tokio por no destruir la plantación de una arboleda de Sakura en esta prefectura.
En el archipiélago de Japón existe un sinnúmero de cerezos que adornan el paisaje en los meses de primavera (fines de Marzo, comienzos de Abril), las flores son de cinco pétalos dentados, dispuestas en racimos, y se presentan en una gama de colores que va desde un rosa tenue, casi blanco hasta un rosa carmesí con sutiles tonos intermedios. Esta forma y color de esta especie han simbolizado por siglos la pureza, sencillez y lealtad. Se compara la floración al punto máximo con el espíritu guerrero en plena batalla por el país y la efímera vida de esta flor y su modo de ir desapareciendo del paisaje en un lento caer de los pétalos, se compara a la vida del guerrero que cae luego de luchar por su país. De aquí que se haya nacido la admiración e identidad del pueblo japonés en esta flor.
Esta flor no solo se materializa en poemas y como nombre de la hija mujer, sino que también aparece su imagen en diseños artísticos, textiles, cerámicos y elementos domésticos, la madera del árbol es muy apreciada para la arquitectura en madera y para los instrumentos musicales.
La admiración nacional por éste árbol aún perdura, y es materializado en eventos locales denominados “Hanami” que consiste en reunirse bajo las arboledas florecidas y tendidas en el pasto se festeja comiendo, bebiendo y danzando ya sea en familia o entre conocidos. Esta costumbre tiene sus comienzos en recintos imperiales en la era Heian (año 794 d.C.)
Si bien el crisantemo es el emblema imperial y por ende nacional, a éste se lo respeta y considera como tal, pero al hablar de “flor” que refleja la cultura japonesa, lo más tradicional es hablar del Sakura como tal.
En el Jardìn Japonès -sin salir de Buenos Aires- puede apreciarse la flor del cerezo, contemplar su infinita belleza, y tratar de comprender su profundo significado.
Esto es tan solo una pequeña muestra de lo mucho que puede disfrutarse en el Complejo Cultural y Ambiental Jardìn Japonès, a cargo de la Fundaciòn Cultural Argentino Japonesa cuyo Presidente es el Sr. Kazunori Kosaka.