Ambas comunidades tienen en Chacarita su propio cementerio y después de 100 años de la finalización de la Primera Guerra Mundial , de común acuerdo abren un portón en la pared colindante para cerrar esta historia.
El evento tendrá lugar en el Cementerio Alemán y Británico, donde hay un sector perteneciente a los extranjeros disidentes en nuestro país que estaba dividido en un sector británico y otro alemán tras el levantamiento de un muro que separa los dos terrenos como símbolo de la enemistad entre ambos estados europeos.
En ese marco, también se realizará la colocación de una placa conmemorativa, gracias a un proyecto impulsado por el legislador Eduardo Santamarina.
La Primera Guerra Mundial comenzó el 28 de julio de 1914, y este 11 de noviembre de 2018 se cumplen cien años de su finalización. Fue una guerra de trincheras en la cual las Potencias de la Entente -Gran Bretaña, Francia, Serbia y la Rusia Imperial (a las que más tarde se unieron Italia, Grecia, Portugal, Rumania y Estados Unidos)- lucharon contra las Potencias Centrales: Alemania y Austria-Hungría (a las que más tarde se incorporaron la Turquía Otomana y Bulgaria). El conflicto dejó entre diez y once millones de muertos y unos veinte millones de soldados heridos o mutilados, así como víctimas civiles, que ascendieron a más de siete millones.
El armisticio que acabó con la guerra fue firmado en un vagón de tren, el 11 de noviembre de 1918 en Compiègne, en el norte del París.
Este próximo domingo 11 de noviembre a las 10:15 de los embajadores Mark Kent, del Reino Unido, y Jürgen Mertens, de Alemania, inaugurarán un nuevo portón para volver a conectar los dos sectores como en sus inicios y poner fin a una rivalidad histórica de hace 100 años y que se profundizó en la Segunda Guerra Mundial.
Aunque es difícil realizar un conteo preciso, de acuerdo al Archivo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires se cree que unos 4.800 argentinos pelearon en el ejército británico, 5.800 lo hicieron en el francés y unos 32.000 en el italiano.
Ambos embajadores abrirán formalmente la puerta en un acto visible de reconciliación, no solo entre comunidades sino también como una señal para todas las naciones que han luchado guerras en el pasado. La idea del portón provino de ambas comunidades que, desde hace muchos años, recuerdan conjuntamente a los caídos en eventos que incluyen el Día de la Recordación y el hundimiento del Graf Spee.
El acto de reconciliación en Buenos Aires se enmarca en una serie de conmemoraciones en todo el mundo por el armisticio del 11 de noviembre de 1918,.
Remembrance Day, es el día en el que se recuerda a los miembros de las fuerzas armadas de los países que conforman la Commonwealth que han fallecido en acto de servicio desde la Guerra Mundial, y que tiene lugar anualmente el 11 de noviembre.
¿Y por qué una amapola? Durante la I Guerra Mundial, una de las zonas en la que tuvo lugar una de las batallas más duras fue Flanders (Bélgica). Todo quedó devastado, no sólo carreteras y edificios, sino que incluso los árboles y la flora del lugar desaparecieron. No había más que barro sobre el cual luchaban y morían los combatientes.
No obstante, según cuenta la historia, algo sobrevivió. Y es que al llegar la primavera, los campos florecieron llenos de amapolas –cuyas semillas pueden sobrevivir sin germinar bajo tierra hasta que las condiciones del suelo lo permitan- llenando así de vida, color y esperanza a aquellos que aun luchaban.
Este espectáculo de vida llevó a John McCrae, un doctor que servía con las fuerzas armadas canadienses, a redactar un poema llamado “In Flanders Fields“, convirtiendo así a la amapola en el símbolo que hoy en día es.
Cada año, las poppies son confeccionadas por los veteranos de la guerra y vendidas como broches por representantes de la Real Legión Británica, una organización formada por supervivientes de todas las guerras. La tradición dice que si se es hombre la amapola hay que colocarla en el lado derecho del pecho (lugar destinado a las medallas) y en el izquierdo si se es mujer –justo en el corazón.