En marzo de 1974, Yang Zhifa, un agricultor, junto a sus hermanos y un vecino llamado Wang Puzhi, estaban cavando un pozo en campos de granada y caqui, al noreste de Xi’an, capital de la provincia china de Shaanxi. Fue entonces cuando sus palas golpearon una cabeza de terracota, que en lo inmediato, confundieron con una imagen de Buda.
Lo que ellos no sabían eran que habían hallado el mayor descubrimiento arqueológico del siglo XX; miles de guerreros de terracota de tamaño natural y hábilmente esculpidos en el siglo III a. C. bajo el reinado de Qin Shi Huang, el primer emperador de una China unida. Originalmente, en la China antigua, hace 3.000 años, se creía en la vida después de la muerte. Cuando alguien de la élite moría, como un rey o miembro de la nobleza, normalmente eran enterrados con sus siervos, como sacrificio humano. La gente comenzó a criticar esto por lo que sustituyeron los sacrificios humanos por figuras de terracota.
El descubrimiento de legiones de guerreros de terracota de tamaño natural entusiasmó a China y obviamente al mundo entero.
Sólo los Tesoros de Tutankamón en 1972 atrajeron a una multitud similar.
Los guerreros son realmente especiales. Enterrados en formación en trincheras, cada uno parece tener su propio carácter, aunque en realidad sus rostros con bigotes se derivan de 10 tipos básicos.
Pintados originalmente en rojo brillante, azul, rosa y oro, los guerreros de Qin Shi Huang hoy carecen de color.
Otro dato curioso es que el tiempo y la naturaleza los privó de las verdaderas armas que alguna vez portaron.
No debería sorprendernos que Qin Shi Huang haya planeado esto, ya que el joven rey no solo unió a China en el año 221 a.C., (es una de las fechas claves de la historia de China porque señala el nacimiento del país y su unificación bajo el primer emperador), sino además forjó su vasto imperio mediante la imposición de sistemas únicos de escritura, dinero, peso y medidas junto con canales y caminos.
Para proteger su frontera norte, él es quien comenzó la construcción de la Gran Muralla de China, con el fin de protegerse de los ataques de los habitantes de la actual Mongolia.
Para cuando murió a los 49 años, se presume por envenenamiento por mercurio, Qin Shi Huang ya había completado su colosal tumba subterránea.
La escala del mausoleo del emperador chino, del tamaño de una gran ciudad antigua, sigue siendo impresionante.
En cuanto a los 8.000 guerreros de terracota -de pie en formación vigilando la tumba- están allí para salvaguardar los secretos del imperio subterráneo de Qin Shi Huang.
Y seguirán siendo secretos, quizás por muchos años mas, porque la tumba del emperador sigue sellada.
Arqueólogos y museólogos de todo el mundo están de acuerdo en que abrir la tumba sería un desastre, ya que la exposición al aire la dañaría irremediablemente.
Nadie está dispuesto a entrar, o incluso a sondear la tumba por temor a causar daño a los tesoros que seguramente se encuentran dentro, aunque habría otras razones para mantenerse bien lejos; ballestas mecánicas resguardarían entradas y pasillos.
Hasta que se descubran nuevas técnicas, los secretos de la tumba de Qin Shi Huang seguirán siendo un misterio inquietante.
Mientras tanto, el ejército de guerreros de terracota que se encuentra más allá, también está rodeado de varias especulaciones.
Cuando se descubrieron más fosas durante los años 70, se encontraron guerreros montados y carruajes conducidos por esculturas de caballos de tamaño natural, junto con réplicas de generales y altos funcionarios.
Los soldados de infantería conocidos por tantos visitantes de todo el mundo se han unido desde entonces a arqueros de pie y arrodillados, carruajes con lanzas, hombres fuertes, acróbatas, bailarines, músicos y exquisitas esculturas de bronce de cisnes, patos y grullas.
Muestras de ADN tomadas de una serie de esqueletos sugieren que algunos miembros de la enorme mano de obra del emperador eran de origen europeo.
¿Habían mostrado los antiguos griegos a los chinos cómo esculpir figuras y caballos tan magníficamente como había hecho Fidias en su estudio cuando talló el friso del Partenón en el siglo V a. C. en Atenas? Quizás algún día lo sepamos.
Ciertamente nada como los guerreros de terracota o sus caballos había sido visto en China antes de la construcción del mausoleo de Qin Shi Huang.