La Revolución húngara de 1956, también conocida como Otoño húngaro, fue un movimiento revolucionario espontáneo de alcance nacional contra el gobierno de la República Popular de Hungría y sus políticas impuestas desde la Unión Soviética, que duró desde el 23 de octubre hasta el 10 de noviembre de 1956.
Tras la 2ª Guerra Mundial, Hungría fue ocupada por el Ejército Rojo, cayendo bajo la esfera de influencia soviética.
A pesar de iniciar una democracia multipartidaria, bajo la dirección del primer ministro Zoltán Tildy, el Partido Comunista Húngaro poco a poco iba consiguiendo pequeñas concesiones sobre el resto.
Se entrega en 1945, tras las elecciones de 1945, el puesto de Ministro de Interior (supervisor de la AVH o policía secreta húngara) al comunista pro-soviético Lászlo Rajk. A través de intimidación y extorsiones, en 1949 el Partido Comunista Húngaro se une al Partido Socialdemócrata Húngaro, presentándose a las elecciones sin oposición. Fin de la democracia.
En 1949 se firma con la URSS un tratado de asistencia mutua, que permite su presencia militar en Hungría.
Se suprime el capitalismo y se inicia un control total de la economía.
La intelectualidad comienza a criticar la situación. En 1956 el consejo estudiantil prohibido (MEFESZ) vuelve a formarse. Será el desencadenante de toda la revuelta.
Hungría se establece definitivamente como una república popular dentro de la esfera de influencia soviética. Comienzan las purgas contra los titoistas o supuestos agentes occidentales, enviando a más de 7000 disidentes al campo de concentración del Este del país.
Stalin fallece en 1953. A su muerte, el Reformista Imre Nagy sustituye Matyas Rákosi. Sin embargo, para 1955 Rákosi había logrado desacreditar a Nagy, provocando su remoción del cargo. Tras el discurso secreto de Nikita Jruschov (en el que denunciaba los crímenes de Stalin), Rákosi fue sustituido por Ernö Gerö en julio de 1956.
El 14 de mayo de 1955 se firma el Pacto de Varsovia, atando a Hungría a la URSS y los Estados satélites de Europa Central y del Este. Tras la declaración de neutralidad de Austria y la consiguiente división geográfica de la OTAN, la importancia húngara en el Pacto de Varsovia se incrementó.
En junio de 1956 se da lugar el levantamiento de los trabajadores polacos en Poznan. Esto tiene como consecuencia la subida al poder de Wladyslaw Gomulka, que consigue reformas comerciales de los soviéticos. Esto animará a los húngaros a esperar reformas similares, y contribuirá a cargar el ambiente político de 1956.
La tarde del 23 de octubre se reúne el Sindicato Húngaro de Escritores con el FEMESZ en una manifestación de protesta de más de 20000 participantes. Más tarde la manifestación se desplaza a las afueras del edificio del Parlamento, y se incrementa la asistencia hasta alcanzar las 200000 personas.
Ante la condena de Ernö Gëro, algunos manifestantes deciden tirar abajo la estatua de Stalin en Budapest. Al mismo tiempo, se comienza a retirar el símbolo comunista de las banderas húngaras, dejando en ellas su hueco característico.
Con la mayor parte de Budapest bajo control soviético para el 8 de noviembre, Kádár se convirtió en Primer Ministro del “Gobierno Revolucionario Obrero-Campesino” y en Secretario General del Partido Comunista Húngaro. Kádár incrementó constantemente su control sobre Hungría y neutralizó a los disidentes.
Para 1963, la mayoría de los presos políticos de la Revolución Húngara de 1956 habían sido liberados.
En la República Argentina, el Embajador de Hungría, Su Excelencia, Péter József KVEK, conmemoró esta fecha tan importante para su país con una recepción en su residencia a la cual asistieron autoridades del Gobierno argentino, cuerpo diplomático e invitados especiales.