Connect with us

Embajadas extranjeras

La Toma de la Bastilla: Un Legado que Vive en el 14 de Julio

Celebrando la valentía del pueblo francés en su día más significativo

Cuando el Gobierno de Francia se atreve a dar la espalda al pueblo, las calles de París se convierten en un hervidero de descontento. Desde la Toma de la Bastilla en 1789, la protesta ha emergido como uno de los mayores símbolos de la nación. Esta tradición de resistencia está profundamente arraigada en la historia de Francia, un país que ha sido testigo de la sangre y el sacrificio de aquellos que se han levantado en defensa de sus derechos. La cultura de la protesta se remonta a los días de la Revolución Francesa, y en la fortaleza parisina de la Bastilla, tomada por fuerzas populares el 14 de julio de 1789, se encuentra el inicio de este legado.

Cada 14 de julio, el Día Nacional de Francia conmemora la valentía del pueblo que se alzó contra un gobierno tiránico. Este día no solo celebra la toma del poder por parte de los ciudadanos, sino que también sirve como un recordatorio para el régimen actual: aquellos que otorgan poder también tienen la capacidad de retirarlo. En 1789, la desesperación llevó a los ciudadanos franceses a asaltar la Bastilla, una fortaleza militar y prisión que simbolizaba la opresión de la monarquía borbónica.

El rey Luis XVI y María Antonieta eran figuras impopulares, y su reinado culminó en la guillotina, pero las causas de la revolución iban más allá de sus fracasos personales. En la década de 1780, el desempleo, la escasez de alimentos y los altos impuestos habían sumido a los plebeyos en la indigencia, mientras la nobleza disfrutaba de una vida de lujos. Ante la creciente presión, Luis XVI convocó a los Estados Generales, el órgano legislativo del país, para abordar la crisis fiscal. Sin embargo, el Tercer Estado, compuesto por los plebeyos, se separó de los nobles y el clero, exigiendo una constitución escrita, lo que llevó a la creación de la Asamblea Nacional.

La situación se tornó explosiva cuando Luis despidió a Jacques Necker, un ministro de finanzas popular entre el Tercer Estado. Los manifestantes, indignados, salieron a las calles, enfrentándose a los soldados monárquicos, incendiando puestos de aduanas y saqueando la ciudad en busca de alimentos y armas. La turba, cada vez más decidida, asaltó el hospital militar Hôtel des Invalides antes de fijar su mirada en un objetivo aún más simbólico: la Bastilla.

Finalmente, la multitud marchó hacia la fortaleza. Su gobernador, Bernard-René de Launay, se acobardó tras sus muros, aceptando negociar con los delegados. Sin embargo, la tensión estalló cuando de Launay ordenó disparar contra la multitud. A pesar de las grandes pérdidas, los revolucionarios perseveraron y, tras horas de lucha, lograron tomar la Bastilla.

La Toma de la Bastilla no solo marcó el inicio de una nueva era en Francia, sino que resonó a lo largo de la historia como un poderoso recordatorio de que la voz del pueblo es inquebrantable. En cada grito de protesta, en cada manifestación, se escucha el eco de aquellos valientes que, hace más de dos siglos, se levantaron contra la opresión. Así, el espíritu de la Revolución sigue vivo, recordándonos que la lucha por la libertad y la justicia nunca se detiene. En cada rincón del mundo, donde la tiranía intenta silenciar a los ciudadanos, la llama de la Bastilla arde aún, iluminando el camino hacia un futuro donde el poder reside en el pueblo.

Advertisement Pleno Hotels

Copyright © 2018 Ámbito Internacional | El mundo en un solo lugar.

Translate »