La ciudad de la eterna primavera, la ciudad del maestro Botero; capital de la moda y del tango que une a ambos paises ya que Gardel falleció en Medellín; pero hoy nos une la cultura de los setilleros, expresó el secretario de economía al presentar, junto a la Directora Luisa Villegas, de Procolombia en Argentina y personal de la Embajada. Esta ciudad con una cultura arraigada, se ha convertido en un centro cultural de primer orden.
Una ciudad con clima primaveral, aunque fue señalada en su momento como una de las ciudades más peligrosas del mundo, y actualmente no es así ya que posee una gran riqueza paisajística, arquitectónica, artística e histórica que permiten conocer la transformación de la ciudad, destacándose la plaza Botero, donde se conservan 23 esculturas donadas por el maestro Fernando Botero a su ciudad natal, quien además diseñó las dos fuentes que acompañan a los robustos hombres, mujeres y animales de bronce.
El Palacio Nacional con una edificación de estilo romántico y una singular arquitectura lograda por el belga Agustín Goovaerts.
Es de resaltar hoy a los “setilleros“ y su paso a través de los años, un orgullo para nosotros estar hoy aquí presentándolos y mostrando la grandeza de ser un “antioqueño de pura cepa” expresó el ministro de cultura.
Toda esta fantasía comenzó en 1957, cuando a Don Arturo Uribe Arango se le ocurrió invitar a Medellín a un grupo de silleteros de Santa Elena, para que participaran en un desfile, acudieron 40 silleteros que se concentraron en el parque Bolívar, con tan buena aceptación por parte de la sociedad, que un grupo de ciudadanos propuso que los campesinos se organizaran para realizar un desfile más vistoso, que tenía como fin mostrar la belleza de las flores y entretener a la comunidad, tarea que ellos realizaban silenciosamente cuando bajaban a la capital de la eterna primavera a vender sus flores o para adornar los altares de las iglesias; con lo que se dió inicio a lo que hoy conocemos como “Desfile de Silleteros”.
En 1958 el desfile logró una mayor cobertura en los medios de comunicación y contó en aquella ocasión con 100 participantes, tomando su punto de partida desde el teatro Pablo Tobón Uribe, desplazándose por la Avenida La Playa hasta llegar a su destino final en el céntrico parque Bolívar.
El uso de la silleta se generalizó y la palabra silletero se acuñó a quienes se dedicaban a la venta de flores por las calles empedradas de la Medellín de principios del siglo XX.
Para mayor comodidad, tanto para el que desplazaba la mercancía, los campesinos idearon las silletas, construyéndolas en madera con un espaldar y dos agarraderas que permiten colgarlas a los hombros, como un elemento que les facilita cargar grandes cantidades de flores con un menor desgaste físico, objeto que ya en la época de la colonia se habían utilizado para transportar personas por las empinadas montañas antioqueñas.
Los silleteros, orgullosos de su consagrada actividad en la que reviven las viejas tradiciones, desfilan con gran variedad de flores y un atuendo que tampoco pierde la usanza; las mujeres llevan blusa blanca, pañoleta, falda negra y adornada con flores, delantal blanco, chalina y alpargatas; y los hombres lucen pantalón negro, camisa blanca, sombrero, ruana negra, alpargatas, machete y carriel.
Debido al alto número de silleros que se fue incrementado año tras año, se determinó un máximo de 403 silleteros adultos en cada uno de los desfiles y desde 1990 se abrió un cupo con participación 30 niños y en el año 2005 se vincularon 50 jóvenes, continuando con esta tradición familiar.
En la actualidad no se venden las flores en las silletas sino que en puestos fijos en los que ofrecen la más completa variedad de claveles, gladiolos, girasoles, rosas, cartuchos, azucenas, orquídeas, pompones y pinochos.
Las silletas hoy se fabrican en maderas burdas y troncos delgados, con el fin de aliviar su peso, simplificando de esta manera la estructura original.
Sin embargo existen distintas clasificaciones de las mismas, tal como la silleta tradicional, que suele ser la más pequeña y simple en su diseño, pero la que exige mayor creatividad artística en el impacto visual del conjunto.
En una base de ramas de pino y follaje, mediante una trama de ramas flexibles que configuran un enrejado, los ramilletes de flores se disponen en manojos, de la misma manera que se acostumbraba en los tiempos en que se vendían puerta a puerta por las calles de la ciudad. Una variación permite que los manojos se sostengan mediante un sistema de amarres, descansando sobre la base del pino, follaje y musgo, la dimensión mínima de esta silleta es de 70 cm. x 70 cm.
La silleta emblemática que tiene sus variantes, una de ellas tiene un entramado básico a manera de rejilla de delgadas varas; la segunda variación se obtiene a partir de modificaciones en el entramado de soporte, produciendo efectos de volumen o figuras y una tercera modalidad dentro de lo emblemático que consiste en adicionar al armazón una base plana de cartón o de icopor, en la cual se realiza primero un dibujo o plantilla para colocar las flores clavadas o pegadas, logrando con ello otras alternativas de expresión y creatividad. Esta última forma es la que posibilita elaborar verdaderas crónicas de la vida local, regional, nacional e internacional, convirtiéndose en instantáneas gráficas de un alto valor comunicativo.
El mérito artístico de la silleta emblemática es comparable al que poseen las estampillas del correo aéreo. Nadie dudará que logra tanta expresión con materiales tan poco convencionales, es de por sí una manifestación de gran habilidad.
Los emblemas patrios y los símbolos religiosos, al igual que retratos de personajes públicos, son fielmente reproducidos en esta categoría de silletas. En diversas ocasiones se han visto esplendorosos y muy complejos motivos que demandan mucho ingenio y un largo proceso de elaboración.
La sillería monumental de gran proporción tanto en volumen y peso, en la cual pueden apreciarse las más extraordinarias composiciones florales, que al desplazarse por las calles en el desfile llenan el espacio visual y, cadenciosamente, esparcen su fragancia con generosidad. Varios méritos se reúnen en la silleta monumental; en primer lugar su arquitectura, con alturas que pueden sobrepasar los cinco metros y el tejido del armazón se destaca por encima de todas las demás silletas.
Lleva las flores colocadas en ramilletes enteros y debe contener como mínimo cuatro variedades de flores e incorporar gladiolos y/o espigas.
Medellin celebra nuevamente de forma presencial la Feria de las Flores este año entre el 5 y el 15 de agosto, con once días de programación, en el cual desfilarán 520 silleteros.