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Ser musulmán no es sinónimo de ser árabe
El Islam no es una religión, sino un estilo de vida, y determina su forma de relacionarse en la sociedad y en la familia
Islam significa “Paz”. Desde una perspectiva espiritual, se traduce, aquel que alcanza la paz sometiéndose a la voluntad de Alláh.
Hoy en día hay unos 2.000 millones de musulmanes, en torno a un cuarto de la población mundial. El islam es la religión de mayor crecimiento global y se estima que después de 2050 será la más seguida del mundo.
El islam es la segunda religión con más fieles en el mundo, pero por su distribución geográfica existen distintas corrientes en ella.
La mayoría se concentra en Asia-Pacífico y Oriente Próximo, siendo Indonesia el país con más musulmanes del mundo. El islam no es una religión, sino un estilo de vida, y existe una sabiduría divina detrás de los dogmas que determinan su dieta, la vestimenta o la forma de relacionarse en la sociedad y la familia.
El islam nació en el siglo VII en La Meca, en la península arábiga. Surgió de la mano del comerciante Muhammad o Mahoma, que se retiraba de forma habitual a las montañas para reflexionar sobre las injusticias de su sociedad. Según la tradición islámica, en un retiro espiritual recibió la visita del arcángel Gabriel, quien le reveló la primera palabra del Corán, futuro libro sagrado del islam: Iqraa (‘Lee’).
La vida de todo musulmán gira en torno a dos ejes fundamentales. Por un lado, los seis pilares de fe: creer en Alláh y su poder, en los ángeles, en los libros revelados por Alláh antes del Corán, en los profetas anteriores a Mahoma, en el día del juicio final y en el destino. Por otro lado, los cinco pilares del islam, que son normas prácticas: dar testimonio de fe (shahada), rezar cinco veces al día (salat), dar limosna (zakat), ayunar en el mes de Ramadán (sawm) y peregrinar a la Meca si se dispone de los medios (hach). Las fiestas religiosas más importantes para los musulmanes son las del fin del Ramadán y la que conmemora el sacrificio de Abraham. En ambas los musulmanes se reúnen con familiares, amigos, vecinos, comparten con los necesitados y estimulan el sentimiento de comunidad y solidaridad.
En el mundo, una de cada cuatro personas profesa el islam. A pesar de la confusión entre este término y el de ‘árabe’ (grupo étnico-lingüístico que se caracteriza por el uso de la lengua árabe) lo cierto es que más de la mitad de la población musulmana no es árabe.
Marwan Gill de origen Alemán, descendiente de pakistaníes, se graduó en Londres como teólogo islámico y llegó a Argentina en el año 2017, con su esposa belga.
Marwan Sarwar Gill, Imán y presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadía en Argentina, cita una frase de Albert Einstein, para reflexionar “es más fácil romper el núcleo de un átomo que los prejuicios”.
Ámbito Internacional dialogó en exclusiva con él.
¿Por qué existen tantos prejuicios contra los musulmanes en el Occidente y no así hacia otras religiones?
Creo que hay varios factores: hoy en día, es cierto que la mirada en las sociedades occidentales rodea más alrededor de la religión del islam y sus fieles, pero los prejuicios y cierta propaganda contra minorías religiosas existían ya desde tiempos inmemoriales. Por ejemplo, a lo largo de la historia los judíos sufrieron la discriminación en las distintas sociedades cristianas. Así que no estaría de acuerdo con la premisa que solo existen prejuicios en nuestras sociedades occidentales contra los musulmanes. No obstante, creo que en la actualidad el islam se ha convertido mucho más relevante para las sociedades cristianas que otras religiones. Ya por el hecho que hay 2 mil millones de musulmanes en el mundo, más de 50 países cuya mayoría se identifica con el islam y se estima que en unas décadas será la religión con más seguidores en todo el mundo.
Por otro lado, llegaron en las últimas décadas muchos migrantes musulmanes a los países occidentales y se establecieron allí, pero en algunos casos no pudieron integrarse con éxito en esas sociedades. Resulta que muchas veces en vez de agudizar a profundidad la crisis de su identidad se utiliza desde el Occidente simplemente el islam como el chivo expiatorio por el fracaso de su integración.
Después hay que también reconocer y expresar la auto crítica hacia algunos países musulmanes que esconden sus tradiciones sociales y rituales culturales atrás de la tapa del islam que provoca una enorme confusión para los propios musulmanes y muchos prejuicios y malentendidos desde afuera contra ellos. Por ejemplo, el machismo o el maltrato hacia la mujer, el fanatismo, la intolerancia, la desigualdad, la violencia son desafíos comunes que atraviesan muchos países musulmanes y desafortunadamente en muchos casos usan falsamente el nombre del islam como un escudo.
¿Considera que los atentados perpetrados en nombre del islam, han generado desconfianza en el mundo?
Los atentados en nombre del islam han manchado la imagen de nuestra religión y el 11 de septiembre del 2001 ha marcado un antes y un después. A raíz de los atentados contra las torres gemelas en Nueva York mucha gente vincula una connotación negativa con el islam aunque su significado literal es paz. Nuestra religión condena categóricamente el terrorismo, y anuncia que quien mata a una vida humana es como si hubiera matado a toda la humanidad. Alláh es el nombre de Dios que es el Señor y el Creador de toda la humanidad.
“Allahu Akbar” no es un llamamiento hacia actos violentos, sino que es una llamada de paz, de armonía y de unidad. “Dios es grande” significa glorificar a tu Creador a través de amar a toda Su creación, sin distinción de religión, de color o de raza.
Otro termino es “Yihad” que causa muchos prejuicios y malentendidos. “Yihad” no es el nombre de la guerra contra los no musulmanes, sino del “esfuerzo” que un musulmán debe realizar contra la maldad en uno mismo. El fundador del islam definió a un musulmán como una persona de cuyas manos y lengua otros seres humanos deben sentirse seguros.
En resumen, los extremistas que se disfrazan de ser “musulmanes” y son de hecho una pequeña minoría en el mundo musulmán han logrado parcialmente su propósito: envenenar y perjudicar nuestras relaciones mutuas y la convivencia. Han logrado hasta cierto grado de generar esta división entre “nosotros vs ellos”.
Por otro lado, veo mucha hipocresía del Occidente en el momento de abordar estos grupos o estos atentados. Se inventa a menudo nuevos términos en alusión con el islam y a su vez se atribuye el actuar de un individuo hacia una religión entera aunque cada credo y fe se define por sus propias fuentes. Es mi absoluta convicción que como ningún “católico” se abusa de un menor, ni un colono “judío” usurpa las tierras de un palestino, asimismo ningún “musulmán” mata a alguien por haber encontrado tal mensaje en su escritura divina. Así que, no caigamos en la falacia de atribuir la acción de un individuo o una agrupación a una religión solo por el hecho de que los miembros se autoidentifiquen como sus adeptos. Cada religión es el antídoto del vicio que siempre se manifiesta en la ausencia de la divinidad. El único culpable de los males que se hacen en nombre de ellas es el ser humano que manipula y distorsiona por sus propios intereses la palabra divina.
¿Cómo se le explica a la población que no todos los musulmanes son iguales, ni tienen los mismos principios y valores?
Ante todo, es oportuno aclarar que ser musulmán no es sinónimo de ser árabe. Solamente el 20 por ciento de la población total de los musulmanes en el mundo son árabes. Es decir, el islam es una religión universal y no representa ninguna cultura en particular.
Sin embargo, considero que el factor principal de la crisis social y moral que se encuentra actualmente en varios países musulmanes es debido a las divisiones internas, sean políticas o teológicas. Es un pensamiento muy erróneo de imaginarse un mundo musulmán homogéneo: hay más de 70 corrientes en el islam y cada una con sus propias facetas y formas de interpretar la fe. Yo, por ejemplo, soy miembro de la Comunidad Musulmana Ahmadía y la represento en nuestro país. Creemos y seguimos el mismo Corán y el mismo Profeta Muhammad (la paz sea con él) como todos los musulmanes con la única diferencia que creemos que la profecía del fundador del islam sobre la llegada de un Mesías en los últimos días ya se manifestó: Es decir, creemos que el fundador de nuestra Comunidad, Su Santidad Mirza Ghulam Ahmad, es tal Mesías Prometido cuya misión es reunir a todos los musulmanes y restaurar los valores verdaderos del islam entre sus fieles. Después de su fallecimiento se estableció un jalifato espiritual y somos la única corriente islámica que está unida y guiada bajo la figura de un líder mundial que en este momento es el quinto Jalifa, Su Santidad Mirza Masroor Ahmad. Todos los demás musulmanes siguen esperando la llegada de un Mesías con el fin de resolver y acabar sus disputas internas.
¿De qué manera considera que se puede revertir esta imagen negativa del islam a nivel mundial?
En primera instancia es la responsabilidad de los propios musulmanes distanciarse con firmeza de aquellos grupos que usurpan el nombre de su religión. Es su responsabilidad derribar los prejuicios y limpiar las manchas a través de buscar el dialogo y aún más importante demostrar su propio ejemplo conforme las enseñanzas verdaderas del islam. Es un trabajo arduo y duro que requiere un esfuerzo constante. Decía Albert Einstein que es más fácil romper el núcleo de un átomo que los prejuicios. Al mismo tiempo, leemos en el Sagrado Corán que Dios no cambia el estado de un pueblo hasta que ellos no cambien su propio estado. Ante tantos conflictos y discordias que vemos en el mundo es primordial en vez de levantar más muros de prejuicios construir puentes del dialogo y respeto mutuo. El lema de nuestra Comunidad es “Amor para todos, Odio para nadie” que sintetiza para nosotros todos los preceptos de nuestro credo y podría servir como un principio de oro.
¿Cómo observa la guerra en Medio Oriente, cree que es posible la convivencia entre judíos y musulmanes?
Como musulmán repudio y condeno cualquier ataque y acto de violencia contra civiles, sean víctimas israelíes o palestinos. El islam defiende categóricamente la santidad de cada vida, sin distinción de su etnia, su religión y su ideología política. Incluso en un caso de guerra nuestra religión no permite atacar escuelas, hospitales, templos religiosos ni asesinar a civiles. En resumen, condeno lo que hizo Hamas el 7 de octubre y al mismo tiempo la reacción del ejército israelí que ha causado una catástrofe humanitaria, sin precedentes.
De hecho, a lo largo de la historia han convivido los musulmanes y judíos en la tierra santa, incluso los cristianos. No se trata de una guerra religiosa, sino de un conflicto que se enraíza en asuntos geopolíticos y territoriales y no empezó el 7 de octubre, sino que hace más de 7 décadas. Repudio en su totalidad la agresión de Hamas que fue la chispa de la reciente confrontación, pero a su vez considero que Hamas no es el origen del conflicto, sino un síntoma. Si no tratamos la enfermedad desde su raíz no podremos curarla. Por eso, es imprescindible resolver la cuestión palestina y garantizar que haya una absoluta justicia e igualdad para todos, irrelevantemente de su etnia y religión. Mientras tanto, cada muerte de una persona inocente es una piedra y un obstáculo más en el proceso de sanar las heridas y lograr la convivencia pacífica entre palestinos e israelíes en el Medio Oriente.
Desde la Comunidad Musulmana Ahmadía se invita a quienes practiquen el culto islámico a contactarse vía web: www.ahmadia.es o por mail a:mgill.es@ahmadiyya-islam.org y por redes sociales @Imam Marwan Gill.