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Embajadas extranjeras

Embajada de Polonia abre sus puertas por primera vez al público

Palermo chico encierra entre sus calles arboladas y llenas de pájaros, rincones secretos y de ensueños. Es notoria la mano del paisajista Carlos Thays quien lo diseñó allá por 1912 entre las Av. Figueroa Alcorta y Av. Del Libertador.

Al pasear por este pequeño y pintoresco barrio, inmerso en la gran ciudad, uno descubre secretos arquitectónicos valiosos como el Palacio de la Embajada de Polonia, que este Sábado 2 de Junio, en el marco de los festejos por el centenario de la recuperación de su Independencia, abrió sus puertas por primera vez al público.
Las visitas guiadas estuvieron a cargo del Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires, donde el público que tuvo la posibilidad de recorrerlo, disfruto de cada uno de sus rincones, como así de su valor arquitectónico.
Se trata de un palacio sobrio y elegante, construido en 1912 por el Arquitecto Eduardo María Lanús (1875-1940) y su socio Pablo Hary (1875-1946), según los planos que creó René Sergent, francés, maestro del clasicismo.
Vale aclarar que Sergent nunca conoció Buenos Aires, sin embargo, también diseñó a la distancia, los Palacios Bosch (actual residencia del Embajador de los Estados Unidos de América), Errázuriz (Museo Nacional de Arte Decorativo) y Sans Souci (en Victoria, San Fernando).
El Arquitecto Lanús, quien junto a su socio Hary adaptaban los planos que le enviaba Sergent, vivió en este lugar con su esposa y sus dos hijos. Luego se usó como Hotel y en 1957 lo compró la Embajada de Polonia.
La embajada tiene tres niveles, el primer piso es el denominado social, que sigue siendo actualmente la utilidad que le da la embajada.
El hall de recepción, es la entrada hacia los salones; recorriendo la misma nos encontramos frente al salon blanco de forma oval, decorado con revestimientos en waseri, espejos que contienen un dorado a la hoja, revistiendo una fuente, con hojas y frutas, dándonos una pauta de lo que podría haber sido esta sala, utilizado por la familia como un comedor diario o un salón de té.
Se destacan aquí también tanto la bandera de Polonia como la bandera de la Unión Europea.

Los colores de la bandera de Polonia son blanco y rojo – dos rayas horizontales iguales en anchura, la blanca en la parte superior y un escudo. El escudo se utiliza desde hace siglos y está formado por un águila blanca coronada. Uno de los legendarios fundadores de Polonia, Lech, vio un nido de águila y decidió construir una ciudad en aquél lugar. El “nido” (“gniazdo” en polaco) dio origen al nombre de la primera capital de Polonia – Gniezno, y el águila llegó a ser el símbolo del país. El águila polaca ha cambiado de forma varias veces, e incluso le quitaron la corona durante el periodo comunista.

Después de la división de Polonia hecha por sus vecinos en el siglo XVIII, patriotas e insurgentes necesitaban un símbolo que fuera fácilmente reconocible, por eso empezaron a utilizar la bandera roja y blanca junto con los colores del escudo. Oficialmente, la bandera fue introducida en el año 1831, pero ya en 1792 los participantes del primer aniversario de la Constitución polaca iban vestidos de rojo y blanco como símbolo de su patriotismo. Los zares rusos prohibieron el uso de este tipo de símbolos y la tradición no volvió hasta 1918, cuando Polonia recuperó su independencia.

En su interior se destacan mármoles de diversas canteras, como así el blanco de Carrara y el rojo de Bilbao; Aunque encontramos distintas influencias, se destaca sobre todo el estilo de las grandes residencias francesas.

En la sala de música observamos un piano de época, del cual solo sabemos que llego en barco, destacando un detalle no menor por cierto, arriba del mismo encontramos una pequeña escultura, de Frederick Chopin, reconocido mundialmente; dicha escultura es una réplica que podemos observar si visitamos el parque Real en Varsovia; la misma esta hecha de bronce, representando a Chopin sentado y a su lado un árbol, que es el sauce llorón.”Polonia no tiene flor nacional, sin embargo esta representada por su árbol nacional, que es el Sauce llorón”Accediendo al jardín, observamos sus columnas que se destacan en tal magnitud de edificación, para su época.

Debemos recalcar que Polonia está muy relacionado con nuestro país, ya que llegaron a Argentina dos grandes camadas de inmigrantes polacos, la primera, fueron trabajadores de la tierra que se asentaron en la provincia de Misiones como colonos agrícolas, de ahí un dato curioso, el nombre de las minas de Wanda, (que en realidad nosotros pronunciamos wanda y en si es vanda).

Wanda, se pronuncia Vanda, nos dice la mezcla de historia de leyenda, fue una bella y valiente Reina, que por años gobernó pacíficamente el Castillo de Cracovia. La trágica historia culmina (ó comienza), cuando la Reina Wanda se arroja desde un acantilado, al caudaloso río Fístula, antes que entregar su reino a los germanos. Precisamente la valentía mencionada tiene su correlato en los hombres y mujeres, que vinieron de tan lejos, dejando sus afectos y sus raíces, para enfrentarse y vencer a la selva hostil de su nueva patria.
Esa joven y rica historia de 68 años, comienza en el año 1936, cuando la inmigración polaca llegaba a lo que sería Colonia Wanda por el río Paraná, en los míticos barcos de la época, como el Guairá.
Esto era nada más que el inicio de la odisea que comenzó en Polonia, llegó al puerto de Buenos Aires, luego en tren hasta Posadas y desde aquí, navegando por el río Paraná hasta las blancas arenas del puerto de Wanda, para finalmente por las picadas llegar a lo que serían sus chacras.
Lo cierto es que 68 años después Wanda, la Capital de la Cordialidad o de las Piedras Preciosas como ya se la conoce en el mundo, nos ofrece hoy elementos de una incipiente ciudad donde viven unos 16 mil habitantes con un activo centro comercial, sin olvidar sus orígenes de laboriosa colonia.
Siguiendo el recorrido observamos el salón comedor, la mesa que está diagramada en torno al protocolo inglés, ya que sus dueños siempre se sentaban en las cabeceras, exhibiendo su vajilla con un águila grabada, emblema de Polonia; en sus paredes, observamos retratos de tres Reyes que representan a Polonia; Enrique de Valois III, (francés pero llega a Polonia en el siglo XXVI y se convierte en ese momento Rey por un año, siendo curioso que estuvo hospedado en el castillo Real de Cracovia, regresando luego a Francia); Juan II Casimiro (que si bien era sueco asume el trono en Polonia pero abdica frente a la crisis que vive en su momento y se traslada a Francia) y Estanislao II Augusto Poniatowski, (de origen polaco, nacido en una familia aristocrática, quien introduce la cultura ya que era coleccionista y mecenas de las artes)
La Embajada de Polonia se encuentra ubicada en Aguado 2870 Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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